Es de mala educación señalar con el dedo
Roque Artiles Santana | Coquín Artero

Estamos en Marriot, un cáncer con forma de ciudad que nació en el corazón del desierto. Amanece otro día más como los anteriores del que hemos acordado llamar “El trimestre oscuro”.
Desde el primero de Marzo, los habitantes han encontrado una colección notable de dedos expuestos por las calles, pegados por las farolas, recientemente amputados de personas vivas en el momento del corte.
Hablamos de un caso donde lo poco que sabemos es anormal. Por un lado, no aparecen los propietarios de los miembros, las huellas no aparecen en los registros de identidad ni en los archivos policiales. Hablando de huellas: no se ha encontrado ni una sola en las cintas usadas para fijarlos en el alumbrado público. En el momento en que se colocan, nadie ve nada, nadie sabe nada.
Actos sin sentido y llenos de interrogantes que sobrecogen a una comunidad de por sí convulsa por las desapariciones del mes anterior. El peor inicio de año desde el comienzo de la guerra civil.
Desde los cuerpos de seguridad de Marriot, no descartamos la posibilidad de hallar algún día los cadáveres que se deducen de las amputaciones. En esa línea y en contra del protocolo no escrito (Pues hay dedos, pero no sangre y, si no hay sangre, mejor no moverse), estamos peinando el desierto en busca de alguna prueba… absurdo, en mi opinión.
En las urgencias del hospital no aparece nadie reclamando sus dedos, tampoco en centros de atención primaria ni en clínica alguna. No se encuentra ningún sospechoso probable entre el lumpen, ni lo van a encontrar… nunca lo hacemos. Los malos se sienten seguros cuando la policía no puede permitirse actuar hasta que no se produzcan decesos.
Marriot es la ciudad ideal para esconderte, traficar, y por lo que vemos, amputar miembros con impunidad, cosa que a algunos nos encanta; el paraíso donde un sicópata puede aspirar a trabajar de policía hasta llegar a ser de los buenos. Soy policía, soy un sicópata, soy de los buenos en ambos aspectos y como tal, tengo en marcha planes dentro de otros planes destinados a liberar por fin una bestia de la que hasta ahora solo se le ven los dedos… jie, jie, jie… los dedos… Eso ha estado bien… Los dedos.
Oh, Marriot, bendito cáncer anclado en el corazón del desierto.