ESCALERAS DEL ROCK
Natalia Valdés Caso | LANATA

Era una de esas noches de febrero, en Gijón. Una de esas noches neblinosas y húmedas que el Inspector Castaño aborrecía. Allí estaba, con su dolor de huesos, observando la escena. Mujer, de unos cuarenta años, complexión delgada, 1’50 m de estatura, melena larga, enredada, muy poblada por las extensiones.Clara fractura craneal abierta sangrante. Su cuerpo estaba medio torcido, ocupando oblicuamente varios escalones. El reguero sanguinolento se extendía desde el escalón » Where you Wish where here» hasta el otro » Sticky Fingers». Sus leggins de falso cuero, su camiseta motera y sus botas negras, con puntera metálica y plataformas imposibles, daban a entender su estética habitual. Su clara desnutrición y aquellas ojeras marcadas, por sí mismas y por el abundante rimmel corrido sobre ellas, daban cuenta de su vida incómoda y de lágrimas saladas que inundaron la huesuda cara, poco antes del final. Un agente se acercó a Castaño, con una libreta de mano.
– Buenas noches Inspector
– ¿Buenas noches?- contestó Castaño, mientras se levantaba echando mano a sus lumbares- Al grano, Canga. ¿Quién es la muerta?
– Si…a ver…se trata de Concepción Menéndez Rodríguez, alias «La Pálida». Formaba parte de un grupo ( entre nosotros, una mierda de grupo) ;Pinchos varios. Sabemos que tres de sus cinco miembros , eran cinco, en total, estuvieron hora y cuarto reunidos con ella en «La Corrada» tomando cervezas y comiendo bocatas de cecina y queso. Además discutieron a viva voz. Muchos testigos lo confirman.
– ¿Y qué más, Canga? ¿Dónde estaba el quinto miembro?
– Parece que el batería, tenía turno de noche en su puesto de ascensorista. El grupo quería disolverse porque todos tenían sus trabajos; todos, menos La Pálida, que cada vez estaba más enganchada y seguia soñando con grabar un disco…Se puso a gritar, e insultar y hubo un momento en que salió corriendo como loca del bar.
– ¿Y qué gritaba, Canga?
– «¡Este no era el plan, íbamos a conseguir productor, íbamos a grabar, joder! Esto pasa porque sois unos mierdas, con vuestros putos curros, vuestras familias de mierda y vuestros mocosos pegaos al culo. ¡Lo haré yo sola! Hostia puta con Los Pinchos…¡La Pálida llegará sola!
– ¿Quién dió el aviso?
– Unos turistas madrileños que venían por Claudio Alvargonzález, de hacerse selfies en El Árbol de la Sidra, Inspector. Oyeron pasos muy rápidos, metálicos y de repente un grito : «¡La Pálida vuela sola, cabrones! » A continuación un golpe fuerte y la tipa casi tirada en el primer escalón.
Castaño se puso los guantes y tocó los dedos de la mujer. Los notó ligeramente pringosos, seguramente por el bocata de cecina que habían sujetado. Observó la cabeza abierta y ensangrentada. Se levantó nuevamente renqueante, se quitó los guantes, se retiró unos pasos encendió un cigarrillo y pensó: «Joder, Pálida, desde luego has llegado a los escalones perfectos»