Esquivar balas
Alvaro Navarro Meiro | Oriem

Esquivar una bala siempre es más sencillo que esquivar los riesgos que acompañan a una dama elegante y con perfume evocador. Este axioma, que siempre le había repetido su mentor, cobraba todo el sentido mientras Max Expósito se agazapaba entre cajones de mercancías para no caer acribillado en el fuego cruzado de ambas bandas. El joven detective trataba de encajar las piezas del juego sucio en el que se había visto envuelto por esa mujer de afiladas facciones asiáticas y unas largas piernas de las cuales no había dejado de pensar que debían terminar en el mismísimo cielo.

El no hacer caso a su intuición y sí a la forma en la que ella había acariciado su Glock 9mm que estaba sobre la mesa el día que entró en su despacho eran las razones por las que se veía envuelto en este embrollo.

Max, el caso te venía grande desde el primer instante. Mafias, drogas, tráfico de influencias y corrupción política de la que salpica a las más altas esferas. ¿Qué pintas tú aquí? Un detective de poca monta con 4 casos de infidelidades a sus espaldas. Solo has sido un cebo, un cabeza de turco contra el que arremeterán los periódicos y al que cargarán el muerto esos chupatintas a sueldo. Todo por unos labios carnosos y un vestido carmesí a juego. Todo por unos ojos rasgados como tu ego. No, Max. Esto no es como en las películas donde el bueno sale a pecho descubierto y aniquila a los malos, se queda con la chica y copa las portadas de los noticieros. Aquí sientes los proyectiles silbar por encima de tu cabeza. Y te quedan 3 balas. Da igual qué bando gane. A ti todos te quieren muerto. Solo eres un mindundi que ha jugado a ser alguien que no era en una liga mayor.

O no. No escuches mis palabras Max. Esta era la oportunidad que querías. La ocasión de demostrar de qué pasta estás hecho. De ser un héroe. Hay cinco hombres de la Triada disparando tras los barriles y uno más en la oficina de la planta superior. En el otro lado siete sicarios del cartel de Sinaloa, pero más dispersos. Si consigues eliminar al que está más cerca de ti y hacerte con su arma tendrías una oportunidad.

Eso es. Previsualiza tus siguientes movimientos. El factor sorpresa juega a tu favor. No imaginan de lo que eres capaz. Eres Max Expósito y hoy es el día en que se empieza a forjar tu leyenda. Tres, dos, uno… ¡Corre!

¡Bang, bang, bang!

Tres disparos. Tres balas. Una en el hombro, otra en el pecho y la última en la cabeza. Todas en el mismo cuerpo. El tuyo.

La vida se desvanece. Todo se tiñe de rojo. El mismo rojo carmesí que te metió en este lío. Ha sido un buen intento, Max. O no. ¡Qué te voy a decir! Las balas siguen siendo difíciles de esquivar.