ESTA NOCHE NO
Mario Sancho Martínez | Mike Sierra

Teníamos a ese tipo. Después de cientos de fotos, conversaciones y testimonios. Fuimos su sombra
día y noche. Finalmente pudimos obtener la codiciada instantánea que el juez necesitaba para la
orden de arresto. Ser un hijo del alcalde complicaba las cosas.
El niño intocable. Se paseaba por los antros de la ciudad como si ésta fuese suya. Nunca pagaba las
cuentas y cuando alguna chica se negaba a sus deseos, un bofetón podía ser una reacción suave para
él.
Las denuncias se amontonaban en un rincón oscuro hasta que la prensa se hizo eco. Había que darle
algo a la gente, así que un par de disculpas y un buen publicista hizo el resto.
Tirando del hilo y haciendo las preguntas correctas encontramos más trapos sucios que llevaban a
un rastro cada vez más sórdido y extraño. Tráfico de influencias, blanqueo de capitales… Cosas de
niños en comparación a lo que se escondía tras una fachada de perfecta impunidad.
El Club Inferno era el paraíso de los depravados. La membresía era tan exclusiva que ningún trozo de
papel podría albergarla. Su entrada y salida secretas hacía las delicias de todo aquél que no estuviera
orgulloso de sus preferencias. Tras cruzar la entrada de cristal ahumado, un ascensor bajaba a la
primera de las siete plantas, a cada cual más bizarra que la anterior.
Un par de veces por semana llegaba una furgoneta con chicos y chicas jóvenes a los que metían
discretamente por la puerta de atrás. Verlos salir de allí era un evento poco frecuente. Lo único que
salía del Club era su clientela y las bolsas de basura que sacaba el servicio de limpieza.
Estuvimos muchos meses detrás de ese cabrón. El agente que conseguimos infiltrar tomó fotos del
sitio y de la gente que allí se reunía. El hombre fue dado de baja por recomendación médica tras
prestar declaración y elaborar su informe. Lo que vio allí le cambió por dentro.
Las altas esferas haciendo lo que sus instintos privados le susurraban al oído al amparo del
anonimato. Alcohol, drogas duras, esclavitud sexual, abuso de menores. Según el agente, en las
últimas salas inferiores se hablaba de rituales paganos y canibalismo.
El juez que nos dio luz verde para empezar el proceso apareció muerto en su casa. Suicidio. No dejó
ninguna nota. El comisario nos dijo que olvidáramos el tema. Cuando se trata de la gente que está
muy arriba, siempre hay que mirar hacia otro lado. Pero esta noche no. Llevo veinte años tragando
mierda viendo cómo se salen con la suya.
La seguridad del ático era una basura para ser la casa del hijo del alcalde. La escalera de incendios sería la entrada. Sus gorilas nunca subían a la habitación, donde espero su llegada paciente sentado en las sombras. En media hora debería cruzar el umbral de la puerta. La pistola no está registrada. Un disparo en la cabeza y se acabó. Te has escapado muchas veces, pero esta noche no.