ESTOFADO
Pedro M. Aranda | Pedro Aranda

El agente de la policía científica, Ray Riperton, se encuentra realizando fotografías en el sótano de una casa situada a las afueras de Tuscaloosa. Trata de capturar hasta el mínimo detalle de la escena del crimen. El olor a sangre y a carne humana descompuesta, le obliga a taparse la nariz. Todavía no puede creer cómo Lou Elliot ha cometido semejante error y lo han pillado.

Algo le llama la atención en el suelo. Es un trozo de papel. Posiciona su cámara y se agacha para tener la mejor toma. Le echa un ojo a la instantánea, y se da cuenta de que haciendo zoom es capaz de leer lo que hay escrito:

«Tú y yo por el término municipal de tu ausencia. Acompañándote a casa, despacio. Dándole tiempo a las calles.
Tú andando distante, como si tu pantalón roto por la rodilla no fuera contigo.
Hace poco puse todas tus cosas a la venta en Wallapop. Y luego me hice ofertas a mí mismo por ellas, para conservarlas por si algún día decides volver a recuperarlas.
Tienes razón cuando me dijiste que la vida es un tsunami. Que las olas vienen de todas partes. Y que yo voy en flotador.
Y pidiéndome que sea yo mismo.
Y yo pensando en huir de mí.
Quizás por eso nunca nos encontramos.
Y contigo me pasa que no quiero tener razón.
Las veces que pienses en mí, quiéreme demasiado. Las veces que no, sé todo lo feliz que te permitan las circunstancias.
Si quieres, te digo las mías: hay un señor muy serio aquí que dice que me va a matar esta noche. Y visto lo que ha hecho con los demás, parece que no bromea»

Ray para de leer y mira alrededor. Alguien comenta por el walkie que hay un buen estofado ahí dentro. Vuelve a mirar la foto.

«Cuando te fuiste de casa, salí a andar al bosque. Se hizo tarde y empezó a oscurecer. Como siempre, me perdí. Por suerte (viéndolo ahora con perspectiva, quizás ésta no sea la mejor expresión), vi aparecer a un hombre. Le pregunté si iba bien hacia la carretera. Me respondió que si no me desviaba, no debía tardar mucho en encontrarla. Seguí andando hasta que, de pronto, encontré una bifurcación. Y, por lo que sea, me acordé de un examen que hice hace años en el instituto. Aquel día no acerté ninguna pregunta, y el profesor me recomendó que cuando me volviera a encontrar en una situación en la que tuviera que elegir entre A y B, pensara fuertemente en la opción que creyera cierta y, cuando estuviera completamente decidido, eligiera la otra.
Finalmente, opté por la izquierda. Así que, si alguna vez alguien llega a leer esto, es que habrá venido a buscarme por la derecha»

Ray apaga la cámara y sale un segundo fuera. Se enciende un cigarro y observa a los periodistas.
Después, se entretiene pensando en la palabra estofado antes de volver a entrar a seguir fotografiando.