FUI CULPABLE, PERO NO UN CRIMINAL
MARÍA FUENTES | Minerva

Cuando un día , acabado el instituto, nos dijo que se iba fuera a trabajar, todos , hasta su familia, nos llevamos una sorpresa.Estábamos todos seguros que su destino sería el de profesor de lenguas, dada la suma facilidad que desde chiquillo tuvo siempre con aquellas,hasta con las clásicas.Recitaba a Horacio, a Virgilio, a Ovidio, en el latín bordado de esa lengua vetusta. Y fue precisamente la pasión que desató en él Ovidio, lo que hizo que un día, él y yo, comentando el aciago destino del poeta latino,hiciéramos un juramento: los dos seríamos detectives privados. Desenmascaríamos a los asesinos, y a los ladrones, y luego la policía nos agasajaría con cornetas. Era nuestro sueño, nuestra hercúlea ilusión.
Pero un día sin avisar, se fue. Y yo también me fui a la ciudad.Pero nunca olvidé nuestro juramento, y me hice detective privado, y la suerte o mi valía, me proporcionaron el éxito , el prestigio y la clientela que ahora tengo.
El otro día me llamó un amigo para contarme que él había vuelto al pueblo forrado de dinero. Con varios cochazos, y diciendo que tiene mansiones en Mallorca, Madrid y la Costa Azul. Como si le hubiera tocado la lotería -dijo mi amigo-.
Otro amigo inglés, y detective, me contó un suceso reciente : hace unas semanas, a un inglés que había jugado los mismos números del gordo, y que siempre juega los mismos desde hace años, no pudo recoger su premio porque , según dice, le robaron su boleto en la gasolinera que lo compró.En la tele entrevistaron a la empleada de la gasolinera que dijo recordar al hombre, comprador del boleto , y también dijo que recordaba haber visto esa noche en la gasolinera a una mujer rubia y bella, que luego se reflejó con las cámaras de seguridad .
Cuando yo vi el reportaje y la imagen de la mujer, noté algo que me llamó la atención: la mujer llevaba un gran chal amarillo que reconocí : era el chal del traje típico del pueblo. Un chal que sé con seguridad que pertenece a él. Pero también reconocí la cara de la mujer. Sin ninguna duda, se trataba de él. Era él.
Viajé al pueblo para verle y hablar con él. Lo vi seco, distante, trémulo.
-¿ Te ha tocado la lotería? -le pregunté-
No contesto a mi pregunta , pero sí empezó a recitar a Ovidio : » Si nunca las acciones humanas escapan a la penetración de los dioses, vosotros sabéis que fui culpable, pero no un criminal »
-Pero yo no soy un dios. Yo solo soy humano. Yo solo soy tu amigo, y detective