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Raquel de la Cruz López | Rachel

Una noche gélida cuando encontramos el cuerpo decapitado del señor Wilson, hombre muy influyente en esta localidad.
Me dirigí a la casa de los Wilson a comunicar a su viuda el fatal desenlace. Omitire todo tipo de detalle escabroso.
La mansión de los Wilson está al sureste de la ciudad. Es una vivienda antiquísima , muy ostentosa.
Llame a la puerta. Me recibió. Su mirada era fría, indiferente. Pasé al salón.
-Lo siento Señora Wilson.
No artículo palabra alguna.
Al abandonar la casa caí en la cuenta que había dejado mis lentes en la mesa del salón.
– Perdón Señora Wilson, olvide mis lentes, a veces la memoria falla.
– Cuidado Inspector, no vaya usted a perder la cabeza.