Las dos y cuarto.
¿Por qué narices no ha llamado todavía?
Se supone que el asunto debería estar acabado hace un par de horas, ella debió llegar al bar sobre las doce, no sé qué cojones puede estar pasando, debí mandar a Toni a que vigilara toda la operación. ¿Dónde mierda se ha metido Toni por cierto?
– Rita, búscame a Toni, ¿Quieres? … ¿Que se ha ido? … ¿Cómo que es tarde?… ¿Acaso yo me he marchado a casa? … como si tienes que ir a la suya, le quiero aquí lo antes posible, ¿entendido? …avísame en cuanto llegue.
Me dijo que el tipo era legal, de los que no fallan, y las instrucciones eran muy claras, sacarla del bar y acabar con ella lo antes posible, si se escapa de la ciudad estoy jodido. Me estoy ablandando y acabaré pagándolo.
Primero fue dejar que esta zorra se metiera en mis asuntos, estoy seguro de que no apareció en mitad de la reunión con los chicos de casualidad. Llevaba días tentándome, sabía muy bien lo que hacía, y claro, acabé cayendo, y mira cómo insistió para que fuéramos a mi casa, debía saber que nos reuníamos al día siguiente. Tendría que haberla echado a patadas aquella misma noche, pero al final se quedó, y fingió seguir durmiendo cuando empezábamos la reunión. Joder, como pude ser tan tonto, estuvimos más de una hora largando detalles de todo, lugares y horas de entrega, el enlace con Denver, hasta lo del puto chivato al que acabamos de liquidar, detalles para que nos caigan veinte años a cada uno tranquilamente. Cuando quise darme cuenta se había vestido y estaba bebiéndose mi whiskey en la cocina. La mandé a su casa haciéndole creer que nos veríamos en el bar por la noche, que la llevaría a una fiesta con amigos especiales. La única manera de atrapar a un pez que ya ha probado el cebo es ofrecerle otro aún más grande y sabroso, y sabía que no podría rechazarlo.
El segundo error, la segunda debilidad en un mismo día, fue no mandar directamente a Toni a hacer el trabajo, joder, ¿Desde cuándo tiene escrúpulos el muy cabrón? De eso se ocupa un profesional, me dice, hay uno que conozco que nos libra del problema sin que puedan, en ningún caso, relacionarnos con él. ¿Y qué le dije yo? Debí pegarle dos tiros ahí mismo. Empiezo a pensar que se ha llevado su parte por no hacer nada, debí pegarle dos tiros o mandarle al bar a asegurarse de que el profesional lo era. Pero me estoy haciendo mayor, y me estoy ablandando, y un día va a ser Toni el que me mande a mí al fondo del río…
– ¿Diga? … ¿¿Estela?! ¿Eres tú?… ni se te ocurra … no me jodas … he dicho que no me … hija de puta!
¿Cómo es posible?, no ha pasado ni una hora y las manecillas del reloj se han invertido.
Me queda una última bala.
Hora funesta.
Las tres y diez.