INCIERTO SE PRESENTA EL REINADO DE WITIZA
Francisco Cabrero Hidalgo | Minuto 116

Algo parecía que no estaba bien. Creo que lo intuía desde hace tiempo. Todo esto que esta pasando no es normal, no sé, quizá la edad me este llevando a un lugar del que no me siento a gusto. Mi vida es monótona, aburrida la mayor parte del tiempo y algo caótica. Pocas cosas me salían bien. Una vida incierta y que tenía pinta de no acabar bien.

Pero algo cambio en mi vida el día que fui a ese lugar. Aún hoy, me cuesta hablar de él: La librería Roma. Ese día me convertí en traficante. Traficante de libros. Quizá no me creáis, me da igual, os aseguro que es una historia asombrosa.

No me gustaba leer. Nada. Era un suplicio desde que era niño. ¡Pero qué demonios hay de interesante en esas paginas! Mis padres me lo repitieron una y otra vez cuando era niños. Ese día me levanté y fui. No será tan malo elegir un libro. Siempre servirá para apoyar algo o en caso de necesidad para encender ese viaje chimenea que tenemos en la casa del pueblo de mis abuelos.

Abrí un libro y me sentí observado desde el primer momento. No sabía quién, pero alguien me miraba. En la tienda solo había una persona. Una señora de pelo blanco, muy blanco y aspecto algo desaliñado. Era graciosa; un vestido de colores rojizos unas zapatillas Converse blancas. No tiene edad para eso pensé, pero qué demonios, supongo que la edad la hacer perder complejos y que todo te importe una mierda. Se acercó a mí, y me dijo: Este libro mato a mi marido.”

Tal y como dijo eso, desapareció. Hay empezó mi desgracia. Eso me hizo por primera vez en mi vida leer desesperadamente un libro y entender que algo asombroso ocurría cuando lo hacía. Era como magia. Mientras leía sabía que iba a pasar a continuación y si, pude ver la muerte de una persona y conforme avanzaba sabía que vendrían más, pero no en este libro. El libro me decía de alguna forma que es lo siguiente que tenía que leer.

El siguiente me fue fácil de localizar, Reina Roja de Juan Gómez-Jurado. Una historia apasionante que en las primeras páginas me llevo a la muerte de un chofer. Degollado brutalmente en un entorno que me sonaba. Entendía no sé cómo que era ahí donde quería el libro llevarme, pero ¿qué sentido tenía?

Salí corriendo hacia ese lugar. Había un bar cerca. Algo me hizo entrar. Fontan ponía en la puerta. El bar era feo, de aspecto sucio y poco cuidado. Una barra de madera, mesas a los lados y una maquina de esas de bolas que llevan un regalo dentro. Me cuesta entender cómo me gustaba tanto eso hace unos años. Pedí un tercio de Mahou a un chico de aspecto moderno y me senté a leer. De repente ocurrió. Vi entrar a esa persona y supe que era él. Estaba a punto de degollar al chico detrás de la barra.