INSPECTOR MORRIS Y LA TARTA DE LIMÓN
AMARA MUHURTA | Amara Muhurta

‘- Departamento de Policía, ¿en qué puedo ayudarle? –
– …mi abuelo está en el suelo, no respira… ayúdenme por favor – explicaba Jack nervioso.
– Dame tu dirección hijo, y enviaremos una ambulancia de inmediato –

El Capitán O´Neal estaba jubilado, era un hombre condecorado y muy querido. Enseguida llegó la ambulancia y una patrulla. El primero en acudir a la casa fue el Inspector Morris, el Capitán había sido como un padre para él. No se podía creer lo ocurrido.
En ese momento entraba Grace que se quedó paralizada al ver a su marido muerto en el suelo, no tuvo palabras, estaba en shock, apenas un par de lágrimas se dejaron caer por sus mejillas mientras abrazaba a su nieto.

– ¿Qué hacías aquí Jack? …debías estar en el Colegio…
– La profesora no ha venido a clase y nos han dejado salir… quería ver al abuelo… y entonces… entonces he abierto la puerta y me lo he encontrado… Abuela, no respiraba, yo le llamaba, pero no contestaba –
– Tranquilo cariño, ¿probaste la tarta de limón? – le preguntó Grace.
– No abuela… cuando le he visto ahí tirado he llamado corriendo a la policía. –
– Bien, bien. Ahora sube a tu cuarto Jack-

El Inspector Morris no daba crédito, la conversación que mantenía la viuda era de lo más surrealista, tranquila, como aliviada, parecía más nerviosa por la presencia de su nieto que por su difunto.
-Oye Sam, quiero fotos del salón. A primera hora en mi mesa. –

A la mañana siguiente el Inspector Morris llegó pronto a la oficina, no había pegado ojo. Examinó las fotos, detenidamente, cada rincón, cada detalle. Nada parecía fuera de su sitio. Había memorizado cada foto en su cabeza, nada parecía fuera de lugar, pero cuando le picaba la barriga era porque algo no encajaba. No había violencia, no había arma, ni sangre, nada salvo un hombre muerto.

-Sam, coge tus cosas, nos vamos a casa de O’Neal –

El interrogatorio fue rápido, Grace estaba tranquila, distante, respondía con cordura y sin titubeos. Parecía tener aprendido el guion, era una mujer muy despierta. De vez en cuando paraba para limpiarse unas lágrimas inexistentes y volvía a responder a las preguntas del Inspector. Nada extraño, aunque eso precisamente era lo que le daba mala espina, jamás había estado ante una viuda tan entera. La reacción del día anterior no fue normal.

-Bueno Grace, eso es todo, no queremos molestarle más. Una vez más lamentamos su pérdida- se despidió el Inspector Morris.

– ¡Disculpe Inspector! ¿les gustaría llevarse un poco de tarta de limón a su casa? – preguntó Grace saliendo hacia la puerta con la tarta en la mano.

El Inspector Morris se paró de inmediato, se giró hacia Grace. Recordó entonces la foto del salón con la tarta de limón empezada, solo una porción. Miró la tarta y vio que seguía igual, nadie la había comido desde ayer, la única preocupación de Grace fue saber si Jack también la había probado.

-Dime Sam, ¿tenemos ya el informe del forense? –