Arturo entró en la sala de interrogatorios y dejó una taza de café frente a su compañero.
– Al menos no es de máquina – espetó sarcásticamente
– Y tampoco te hemos esposado, Alberto. – le contestó Arturo- Son sólo unas preguntas para saber si tenemos que molestar a asuntos internos.
– ¿De verdad crees que juego a dos bandas?
– Creo que no aclararlo sería incauto.
Se hizo el silencio mientras Alberto volvía a tomar otro sorbo de café. Su expresión había cambiado de molesto a resignado.
– Tu dirás, compañero
– Caso Fratelli, día tres de Marzo, se entrevista al agente Alcántara por actuaciones sospechosas en el ejercicio de sus funciones. El pasado día uno, se recogieron tres casquillos de bala de la escena del crimen, los cuales nunca llegaron al almacén de pruebas. ¿Podrías describir lo que ocurrió ese día?
– Básicamente efectuamos la recogida de pruebas mientras los dos forenses aplicaban el contraste a las huellas dactilares que se encontraron.
– ¿Quién efectuó la recogida?
– Tu y yo… pero eso es irrelevante, recordarás que repasamos el informe y todas las pruebas junto con los forenses antes de meterlas en el maletín.
– Cierto. ¿Qué ocurrió después?
– Que fui un momento al baño de la cafetería que había en la planta baja.
– ¿Podrías decir dónde se encontraban el resto de compañeros?
– Tú acompañaste a los dos forenses a colocar el cadáver en la camilla, dado que éste pesaba como 130 kg. Pero sigo sin entender porque se me señala únicamente a mí si éramos cuatro personas en la escena.
– Alberto, fuiste el único que se quedó a solas con el maletín de pruebas, luego éste fue trasladado hasta la comisaría por dos forenses que, no solo no se separaron hasta llegar a comisaría, sino que han sido los que han denunciado la ausencia de dichos casquillos. Por último ¿crees que alguien podría haber entrado en la escena del crimen en tu ausencia?
– No
Ambos salieron de la sala de interrogatorios en silencio. Alberto estaba a punto de dirigirse hacia el pasillo cuando Arturo lo detuvo tocándole el brazo.
– Alberto, sé que no lo hiciste, pero creo que es inevitable que vengan asuntos internos a tocarte las pelotas –Alberto asintió con la cabeza y le sonrió, justo antes de empezar a caminar pasillo abajo.
Mientras Arturo se dirigía a su despacho se cruzó con Gallardo y el agente López.
– Arturo ¿Sabes algo de lo de Alberto?
– No creo que lo hiciera, Gallardo, y prefiero no hablar del tema
– Bueno, vale ¿cómo andas de la espalda?
– ¿Qué te pasa en la espalda? – intervino López
– El mamón este -contestó Gallardo- que se ofrece a ayudarme a mover un cadáver de ciento y pico de quilos y le da un tirón en la espalda nada más agacharse.
– Hasta luego chicos – dijo Arturo cerrando tras de sí la puerta de su oficina.
Tras sentarse en su mesa y suspirar aliviado, Arturo hizo una llamada telefónica.
– ¿Señor Fratelli? Todo controlado con mi compañero, pero dos forenses sí podrían ser un problema.