―Begoña, ha llegado una nueva nota de Ion ― dice Julen, su ayudante, tendiéndole un sobre.
―¿Sin huellas, tampoco esta vez?
Julen niega con la cabeza.
“Para la policía Floral. At: Inspectora Begoña Narváez
La última vez estuviste muy cerca de atraparme. Tienes mi admiración y siento curiosidad por ver hasta donde eres capaz de llegar, aunque a partir de ahora te lo voy a poner más complicado.
La niña está en el Fresno, enclaustrada en un pozo, donde la columna torsa. Mejor que te des prisa y que San Pedro te guie por el Buen Camino: lleva allí varios días y no debe quedarle mucho tiempo ya.
Pero si la salvas, habrá más niños y cada vez la nota será algo más difícil de interpretar que la anterior. En cambio, si la dejas morir nunca más lo volveré a hacer, te lo prometo.
Tú decides.”
Begoña se sienta frente al ordenador, abre el buscador y escribe algunas palabras que salen en la nota. Al cabo de unos momentos se levanta bruscamente de la silla.
―Vamos Julen, rápido. La niña está en Estella.
―¿Dónde, de Estella?
―Te lo explico en el coche. ¡Corramos! No hay tiempo que perder.