JERÓNIMO SMITH
Patrick Monge Orozco | Jerónimo Smith

El rostro absorbía la humedad de los adoquines y sus ojos medio cerrados no alcanzaban a ver más allá del gris del mismo, mezclándose con el rojo de la sangre que emanaba de la brecha de su cabeza. Me hizo gracia el gato que desde la cornisa de una casa abandonaba miraba impasible la escena. Incluso me recordó al juez que se limita a escuchar pero que sabes que al final te declarará culpable. El sonido metálico de una barra de hierro al caer al fondo de callejón, provocó el salto felino del animal en sentido contrario al mismo.
La luna creo ambiente de película de policías al bailar durante unos segundo con una nubes que presagiaban tormenta en ciernes. Y así comenzaron pequeñas gotas de lluvia a manchar la sangre que corría calle abajo, una mezcla que peligrosamente bien podrian alertar a cualquier borracho que entre cartones dormía la mona del día. De pronto como aferrándose a la vida, el pobre señor que allí yacía intentó arrastrarse hacia la salida, entre quejidos y lamentos por su mala suerte. Con voz ronca y olor a alcohol se preguntaba así mismo que porque a él, porque se encontraba allí desangrandose y esperando a la muerte sin remedio alguno. Pudo escuchar unos pasos detrás de él que se alejaban hacia el lado contrario por unos segundos. Respiró, se estaría marchando su agresor? Tendría una oportunidad de vivir a pesar de todo? Pronto se desmoronó todo se nuevo. Un sonido que ya le era conocido volvió a golpearle en las piernas primero y en la espalda después, su mala suerte se incrementaba de nuevo. Noto su cuerpo roto, deseó estar muerto antes que tener la incertidumbre de lo que vendría ahora. Vio un gato pasar por delante de su cara, intercambiaron miradas y sonrió. Hubiera preferido que su último recuerdo hubiera sido la chica rubia a la que invitó a whisky en el pub al otro lado del callejón . Gloria se llamaba la que podría haber sido su salvación esa noche, pero la tarifa por tener sexo con ella le pareció excesiva y optó por marcharse a casa. Maldita sea, unos miserables dólares fueron la causa de su patético final.
-¿Como te llamas ? Preguntó alguien .
-¿Quién coño eres? Respondió como pudo.
-No te importa, no necesitas saberlo. Pero yo sí el tuyo. Vas a ser el protagonista de mi historia.
-¿Quién eres puto loco ?
-Alguien que se llevara un dinero curioso gracias a ti. Es sólo lo que necesitas saber.
-Pues no te daré el gusto hijo se puta.
-Esta bien, te bautizare yo mismo. Jerónimo Smith, así te llamaré amigo.
Fueron las últimas palabras que pudo oír antes de irse al otro mundo. Un golpe fina certero en la cabeza le hizo descansar paracsiempre. Nunca llegaría a saber que sería el protagonista de un relato corto que cautivaria a un público ávido de historias de criminales.
El gato con un maullido pareció decir es EL FIN.