JHON
CARLOTA AGRA NAVASQUILLO | CARLOTA

Jhon había sido abandonado en el Hospital Ferguson de un distrito de la Florida al nacer, gordito y afortunadamente sano, con sólo tres añitos había pasado por tres casas de acogida debido a motivos institucionales varios.
Armando y Lucila era un matrimonio de origen colombiano residentes en el país, que vivían en una gran casa perteneciente a una urbanización ajardinada, con piscinas y campos de golfs rodeados de gente adinerada. Lucila era médico en el Hospital Central y Armando trabajaba para el servicio de seguridad del Estado.
Era un matrinomio feliz, les gustaba viajar y relacionarse con sus amigos frecuentando restaurantes y centros comerciales caros. Llevaban varios años intentando ser padres por diferentes vías, de forma natural e in vitro sin éxito alguno, así que empezarón a valorar la adopción. Después de visitar diferentes centros y conocer a diferentes niños, se enamoraron de Jhon, de su carácter risueño y sus grandes ojos azules.
El matrimonio no dudó ni un instante en comenzar las gestiones oportunas para formalizar la adopción.
Jhon disfrutaba de una gran habitación pintada de un color azul celeste, inundada de múltiples juegos, con vistas a uno de los campos de golf.
Mientras Lucila y Armando cumplían con sus jornadas laborales, Daysi, la niñera se encargaba del cuidado de Jhon y de las tareas de la casa empezando a observar extraños comportamientos en la conducta del niño. En su tiempo libre al matrimonio le gustaba disfrutar junto a su hijo de grandes momentos en familia.
Trece años después, la familia idílica que el matrimonio deseaba tener, se había convertido en un infierno debido a los trastornos disruptivos de John hacia sus padres y los constantes problemas con la justicia. Las contestaciones, los gritos, la violencia física, insultos y las faltas de asistencia a clase se habían convertido en la nueva normalidad de la familia, Armando y Lucila habían agotado todos los recursos para la mejora de la situación en casa. No era la primera vez que la policía se personaba en el domicilio para poner freno a la agresividad descontrolada de Jhon hacia sus padres y Daisy, la empleada doméstica. Esa noche el joven estaba en actitud nerviosa deambulando y murmurando sin sentido por la casa, ya eran las tres de la madrugada cuando se adentró en la habitación de sus padres con un palo de golf y así fué como asesinó a Lucila y Armando a sangre fría. A la mañana siguiente, Daisy se encontró los cadáveres del matrimonio tendidos en la cama completamente desangrados y sin rastro de Jhon, histérica contactó inmediatamente con la policía describiendo los hechos. La policía no tardó en personarse y la empleada doméstica declaró sus sospechas hacia el joven por lo vivido años atrás.
Horas después Jhon decidió declararse culpable de los hechos ante un oficial de policía, siendo valorado posteriormente por un psiquiatra que diagnosticaría una psicosis paranoide del menor ingresando automaticamente en una institución de salud mental.