JOHNNY ESTUVO AQUÍ
Eva Sanagustin Fernandez | JB Fernández

“Considéralo unas vacaciones”, me dijeron. Pero el aire tan puro me ardía en los pulmones; el Sol quemaba mi piel blanquecina; el sonido de las urracas, atronador… ¿Y por qué alguien querría ver las estrellas cada noche?
No, aquel no era mi sitio. Y ya lo había solucionado: era cuestión de minutos que alguien viniese a buscarme para llevarme a mi hogar.
Mientras, sentado en el porche, recordaba los buenos tiempos. Cuando era feliz, con la familia cerca, con una cierta reputación. Aquí, los niños me saludaban y sonreían. ¡A mí!
Nadie me conocía, no sabían que me buscaban por atraco a mano armada en varios estados. Solo llevaba un mes en aquella ciudad, pero varias semanas convencido de querer huir de allí.
Las sirenas se acercaban. Pronto llegaría mi taxi, pero aún me faltaba algo por hacer. Entré sacando mi navaja del bolsillo, cogí una silla y la acerqué a la puerta del comedor. Me subí y escribí mi nombre en el dintel.
Varios coches frenaron delante de la cabaña, bajaron unos cuantos polizontes y alguien me gritó desde fuera que estaba rodeado.
Me meterían entre rejas y no volvería a salir. No cuando viesen las sacas de los bancos que había visitado las últimas semanas. Esta vez sí, seguro, no volvería a tener vacaciones.
Salí sonriendo con las manos en alto. Pronto estaría en casa.