JUSTICIA TARDÍA
ANGEL TINOCO PINTOR | TINO

Ana, una joven y ambiciosa periodista, llegó a un pequeño pueblo para encontrarse con Evaristo, un desconocido que días atrás le envió un misterioso mensaje para darle información de un asesinato del que había sido testigo hace muchos años pero que nunca se atrevió a confesar. Ahora, algo lo había impulsado a hablar, pero temía por su vida.

Mientras estaban hablando, Evaristo recibió un mensaje en su teléfono. Al leerlo hizo una mueca de pánico y salió corriendo. No vio el coche que venía y le arrolló. El vehículo frenó pero arrancó de nuevo y se dio a la fuga. Pudo ver al conductor. Tenía gafas de sol y una gorra roja. Ana voló hacia Evaristo pero ya estaba muerto. Buscó su móvil y leyó:

“Te están siguiendo. Van a por ti. No hables con Cristina Lavado”

¡No es posible! ¿Cristina Lavado? Ana comenzó a temblar. O mejor dicho, Cristina Lavado lo hizo. “Ana” era su nuevo nombre. Lo cambió cuando salió del orfanato donde vivió de niña. No sabía nada de su familia real y creó una nueva identidad ¿Quién sabía su verdadero nombre? ¿Quién mandó ese mensaje? ¿Evaristo ha muerto por accidente, o ha sido intencionado?

Huyó del pueblo sin mirar atrás. Al llegar a casa comenzó a investigar por su cuenta. Descubrió que ese crimen fue hace 30 años, nadie del pueblo quiso hablar a la prensa y la policía lo olvidó. Todo era muy extraño.

De camino a una tienda para que le desbloquearan el móvil de Evaristo, observó que le seguían. Un hombre con gorra roja y gafas de sol iba detrás de ella. Con el corazón latiendo a mil, entró en un bar para despistarle. Desde la ventana observó que el hombre continuó su camino. Ana se tranquilizó y se sentó en una mesa.

En ese momento, el hombre de la gorra roja entró en el bar. Fue directo hacia su mesa y le entregó un paquete diciendo que contenía todas las pruebas necesarias para resolver el crimen. Antes de darse cuenta desapareció por la puerta.

El paquete tenía escrito su nombre real, Cristina Lavado. Lo abrió con manos temblorosas y descubrió documentos y fotografías que demostraban la culpabilidad de varios habitantes del pueblo en el asesinato. Entre ellos el propio Evaristo: Hace 30 años, varias personas del pueblo asesinaron a un hombre que tenía mellizos, un niño y una niña de 3 años. La madre murió en el parto, así que los llevaron a un orfanato. Con esta información, Ana logró resolver el crimen y obtuvo su gran historia.

No volvió a saber nada del hombre de la gorra roja hasta el día del juicio del asesinato, cuando un hombre se acercó y le dio un sobre. Contenía una fotografía de un hombre con gorra roja y gafas de sol abrazando a un niño y una niña pequeños. Por detrás, tenía escrito:

“Por fin se ha hecho justicia a papá, Cristina”