LA AUTORA HA ESCRITO UN CRIMEN
Ana Navasquillo Lorda | Ana

Nada se sabía nada de una mujer recién llegada al pueblo unos meses atrás. Marina tenía ochenta años y aunque había sufrido dos infartos, su salud era buena permitiéndole llevar una vida totalmente normal. Por la zona nadie tenía conocimiento de si tenía hijos o algún familiar. Una mujer rica, rubia, delgada y elegante siempre había trabajado para el gobierno, no tenía hijos, únicamente una hermana y dos sobrinos con los que mantenía poca y no muy buena relación. Nuestra protagonista, entre trabajo propio y herencias incluidas la de su difunto esposo había acumulado una gran cantidad de dinero en el banco. Marina solía llevar una vida discreta frecuentando solamente supermercados, banco, farmacia y algún día que otro el centro de salud, si se cruzaba con alguien saludaba con sonrisa discreta y cabeza ladeada.
Una mañana de invierno revestida de niebla, un hombre desde el interior de un coche hacía fotos a Marina cada vez que salía de casa o se desplazaba a algún lugar. Discretamente y sin que nadie se percatara, el hombre había conseguido la información necesaria durante días sin ser descubierto por nadie, información valiosa para los que habían contratado a este detective, pequeño, obeso y ya retirado del mundo laboral.
Marina había comprado un apartamento en un quinto piso luminoso y con grandes ventanales, desde dónde solía observar a niños jugar y a ancianos pasear, en su misma planta sólo vivía un vecino con el que a diario intercambiaba alguna que otra palabra.
Hacía más de una semana que Marina no salía de su casa y Leonardo, su vecino, no recibía respuesta cada vez que llamaba a su puerta y empezó a preocuparse. Una noche producto del insomnio, se sentó a leer un libro en el salón, cuando, de repente empezó a percibir un olor penetrante, como a podrido que procedía del apartamento de Marina. Leonardo no dudó en llamar a la policía, la cual se personó en no más de veinte minutos. El policía responsable del caso acudió al personal de bomberos para poder acceder a la vivienda. Lo que se encontraron fue tremendamente escalofriante, la policía dio aviso al juzgado de guardia para que se personase el médico forense y la comitiva judicial, al igual que la funeraria para la posterior recogida del cadáver.
Marina se encontraba descompuesta en el sofá de su casa, con marcas de estrangulación en el cuello, la policía tomó las muestras necesarias para la investigación y más adelante la autopsia confirmaría el motivo de la muerte.
Después de varias investigaciones se esclarecieron los hechos. Marina había sido víctima de sus sobrinos en varias ocasiones y al no recibir ayuda de la justicia decidió cambiar de domicilio escapando del miedo y conseguir vivir en paz. Sus sobrinos siempre habían perseguido el dinero de su tía y la forma de deshacerse de ella. Marina consiguió descansar en paz y sus sobrinos pasaron a disposición judicial para su próximo ingreso en prisión.