LA CHICA DE ROJO
GONZALO GONZÀLEZ ALONSO | Ramses

Desperté encima del sillón. En la mano tenía una botella de licor que cayó al suelo. Me incorporé. Las persianas estaban bajadas. Por entre las rendijas entraban hilillos dorados. No me acordaba de nada. Cuando me encaminaba al cuarto de baño, tropecé con una silla. El dolor que experimentaba en la rodilla hizo que me tambaleara y cayese al suelo. Noté algo húmedo y viscoso. Como pude me levante y abrí las ventanas. Tuve que taparme los ojos para acostumbrarme a la luz. Mire alrededor. Me di cuenta que estaba vestido, tenía la camisa manchada de sangre. La habitación olía a alcohol y a marihuana. Al lado de la pared vi unos pies desnudos. Me acerqué lentamente, había un cuerpo tendido en el suelo.
Necesitaba despejarme la cabeza. Me senté en una silla. Tenía una neblina que me impedía pensar con claridad. Sentía una punzada en el hombro. Acerqué la mano. Se notaba como un abultamiento y un líquido que salía. Con un dedo lo toque y lo lleve a la nariz. El olor me resultaba familiar. Cogí el teléfono y marqué el número de comisaria:
− Hola, soy el Inspector Tobías, quiero que mandéis un coche patrulla y a la científica a mi domicilio. Ha habido una muerte.
− Si señor, ahora se lo mando.
Cuando llegaron, les conté lo sucedido. Mientras, los compañeros cogían muestras de todo. Conforme lo contaba la niebla se disipaba, pero en la historia aun había varios flecos sueltos. Fui a cambiarme de ropa:
−Señor, no puede irse, lo tenemos que llevar a comisaria.
−Mira, necesito encontrar al que hizo esto, dadme veinticuatro horas. Luego iré donde haga falta.
− Disculpe, pero vendrá ahora −dijo con autoridad.
− Agente, −Dijo el comisario desde la puerta− déjalo. Porque eres tú te doy un día, luego, pediré una orden de busca y captura.
Salí del piso. No paraba de pensar en el problema. Lo primero que hice fue visitar los garitos en los que estuve. En un par de ellos me reconocieron. En el primero dijeron que iba acompañado por una mujer: pelo largo rizado, vestido color rojo y zapatos de tacón alto. Yo, al principio iba bien, pero al rato no podía tenerme en pie. Les pareció raro porque no había bebido alcohol. En el segundo entre con la misma mujer y un hombre de: pelo cortó castaño, nariz chata, camisa color beige, pantalones vaqueros tipo slim. Esa descripción me sonaba, era la del cadáver. Yo estaba como bebido, él intentaba ayudarme pero ella no estaba por la labor.
Burundanga, eso me inocularon y todo señala a una mujer que nadie conoce. Aunque ahora que lo pienso, la cartera no la tengo y en casa no estaba. ¿Qué querría ella de mí? ¿Que tiene que ver la víctima con todo esto? ¿Fue todo al azar o estaba todo calculado? Demasiadas preguntas. Miré el reloj, quedaba poco tiempo. Ahora solo quedaba si entregarme o no. Opté por lo segundo.