Avelino pulsa el play. La voz de la actriz sale expulsada por los altavoces; Seré capaz de definirme en el momento en el que esté muerta. En esa soledad mortuoria. Sí, porque una muere sola. A este mundo llegué sola y solita me iré a morir.
Avelino pausa la reproducción. Mira su cuaderno, lleno de tachones y breves comentarios capturados durante la entrevista. Su tarea era sencilla, el editor le había dado instrucciones muy precisas. Entrevistar a Inma Llorente sin tratar de ningún modo el tema del divorcio. El resto se lo dejaba a su elección como siempre. Avelino estuvo dos semanas preparándose. Recapacitó cada una de las preguntas, se imaginó posibles respuestas y reacciones. Ya tenía escrita la puntillosa presentación de Inma, solo le faltaba trascribir todas las réplicas grabadas. La grabación sonaba fría, como absorbida en una habitación vacía, pese a que la habían llevado a cabo en su propio salón. La voz de Inma era segura y profunda, no titubeaba. Avelino había decidido seguir una línea de preguntas intimista, obviar todo aquello vano o cotidiano y profundizar realmente en aquella mujer. Aun así, Inma no había ni pestañeado. Había contestado cortante, aguda, casi salvaje. Avelino la empujó a crear definiciones personales sobre el amor, el deseo o la naturaleza de su ser y ella aceptó el reto con presteza. Había sido advertida de la clase de temas que tratarían y por ello había aceptado a realizar la entrevista en un lugar alejado de lo que ella denominó; zumbidos molestos y lazos demasiado atados. A Avelino muchas de sus respuestas le siguen sorprendiendo aún. En ciertas ocasiones, durante el encuentro, estuvo tentado a cambiar lo planificado, por parecerle aquel un momento inapropiado. Ella se encontraba demasiado vulnerable. Ahora, escuchándola a través de los altavoces, no se arrepiente del rumbo que tomó la entrevista. Inma habla sobre el agua, su elemento predilecto, el espacio en el que ella se siente más libre. Avelino deja de rasgar su pluma contra el papel y se queda hipnotizado escuchando la manera en la que Inma describe el mar que la ha visto crecer. Casi puede atisbar esas olas. Sentir como se estampan contra los acantilados cántabros. Splash. Avelino las ha escuchado. Rápidamente para la grabación. Splash. Un murmuro quedo se escucha. Es un grito lleno de agua, un sollozo infantil. Es la voz de Inma que sale de su bañera y vuelve a empapar la sala, ya por última vez, sin atravesar un reproductor de audio. Avelino agudiza el oído. Ahora, el silencio cae sobre sus hombros. Lo siente, pesado, lo conoce. Luego decide reanudar la grabación y seguir escribiendo. Una vez termina, coge su cuaderno, busca los apuntes iniciales y lee; La actriz Inma Llorente, muerta el 24 de este marzo, es entrevistada por última vez, antes del presunto asesinato, por su exmarido. Al pie de la página, en el espacio que siempre dedica para sus propias notas añade; solita ha muerto, y es mío el poder de esta coma.