‘- Hola señora jueza, ya tenemos la escena del crimen……
Entonces llegó él, con su cohorte de periodistas alrededor, como moscas carroñeras. La jueza y yo mirábamos impotentes cómo se dedicaban a pisotear las pistas, manosear las pruebas, cómo esos supuestos periodistas apartaban objetos para poder sacar mejores fotos. Incluso, sin ningún pudor, movían al difunto para poder tener un mejor perfil.
Y escuchar esa verborrea proveniente del “mejor” detective de la historia, el maldito hermano del Presidente, explicando absurdamente cómo esa ventana rota era el lugar por donde había entrado el asesino, cómo le había cortado el cuello con el cuchillo que estaba en la mesa.…
La realidad parecía ser muy distinta, el difunto había entrado por la ventana, pero tenía pintas de ser un vagabundo buscando refugio para pasar la noche de perros que se avecinaba. La casa y su decoración, el barrio, nada coincidía con las vestimentas del difunto. La herida del cuello era una nimiedad, posiblemente hecha al caer contra la mesa de cristal que se había roto, el extraño ángulo del cuello era otra cosa, pero ¿había sido alguien o había tropezado con la alfombra?
Ahora nunca lo sabremos porque han tocado y movido todo. La dueña de la casa estaba de parranda con las colegas, el marido de viaje con los niños y la víctima no era de la zona, tiene pinta de accidente. Pero a ver que se inventa el señor detective esta vez.
Ya empiezan las preguntas tontas y sus mejores respuestas absurdas, que si no podemos saber la hora pero yo digo que por la rigidez y el brillo de la luna sobre los cristales, casi a las 12. El arma del crimen fue ese cuchillo que hay en el suelo, lo llevaba el carpintero porque es zurdo, pero se hace pasar por diestro…
– ¡Señora jueza! ¡Señora jueza! – La novata tenía cara de haber echado hasta la primera papilla- Hemos encontrado otro cadáver en el garaje, estaba muy bien escondida.
Bajamos sin preocuparnos mucho por los periodistas, la rueda de prensa duraría aún un buen rato.
El garaje estaba perfectamente ordenado, pero mis compañeros habían encontrado una pared falsa, tras ella se podían ver varias bolsas de basura de formas reconocibles. Un par de ellas estaban ya abiertas, un brazo femenino y un fardo de ropa se podían ver en ellas. Los fotógrafos trataban de hacer fotos lo más rápido posible. Me sentí en deuda con todo mi equipo, nunca los había visto trabajar tan rápida y eficientemente.
La jueza estaba con nosotros y no nos hizo perder ni un segundo, tampoco sentía aprecio por el energúmeno ese. Enseguida descubrimos la cabeza de la víctima. ¡Era la ex mujer de ese papanatas que se hacía pasar por detective!
– Señora jueza, hemos encontrado un móvil con sangre detrás de esas cajas de ahí… ¡es el del detective!
Aguanté la respiración mientras la jueza miraba el móvil en la bolsita.
– ¡Detenedlo!
Sí, ¡por fin! Esta vez no se iba a escapar, lo había dejado todo bien atado.