Se levantó con resaca. No recordaba haber bebido. Fue al baño, salpicó el váter, se lavó. Se miró al espejo pero no vio nada reflejado en él. Seguía sin recordar haber bebido anoche. Sería eso. Se vistió y salió. Se sintió mejor. Se detuvo frente al escaparate. Volvió la zozobra. No veía su reflejo. Era un hombre apagado. Se giró y corrió hasta un bar del puerto. El sol no proyectaba su sombra, y eso que su extraña joroba la hacía perfectamente reconocible.
Perera intentaba buscar una explicación al video de seguridad que miraba. Era una sombra negra con una joroba extraña, perfectamente reconocible. No cambiaba de forma, parecida a un recortable. Se desplazaba grácilmente. Se acercó hasta la caja, la abrió sin dificultad. Vació su interior. Guardó el botín en un bolsillo invisible, quedando solo la silueta con joroba perfectamente reconocible. Perera se acercó hasta allí. En el suelo, una cápsula amarilla. La misma que en el robo del mes pasado. Revisó las imágenes: la cápsula no estaba allí antes de llegar la sombra. O se le cayó o la dejó aposta. La estudió detenidamente: un código de barras. Al menos, podría esquivar al comisario un poco más.
La pista del código no llegó a ninguna parte. Otro subinspector se tropezó con él. Se agachó y le devolvió la cápsula a Perera, asombrado. Hacía eones que no las veía. Estaban fuera de circulación. Eso había creído. Perera insistió. Le dijo que quedaba alguien que podría ayudarlo. Un traficante local. Las malas costumbres no cambian. Allí estaba. Le contestó, a través de la mano que lo aferraba: esas cápsulas las elabora una mujer. Lo convenció para que le diera la dirección. La encontraron. Le prometieron que la dejarían tranquila si les daba una pista. Los matones se apartaron recelosos. Unos trasteros en el centro. No sabía más.
Trescientos doce trasteros. No sabría por cuál empezar. Perera miró la cápsula frustrado. Observó el código de barras. Debía significar algo. Los últimos diez números: 0000000123. ¿Qué podría perder a parte del tiempo y, posiblemente, del puesto? Pusieron vigilancia en el pasillo del trastero 123. Contra toda esperanza, se presentó la sombra. Parecía un dibujo animado. Entró en el trastero y salió al poco. La siguieron con precaución. Anochecía y en breve la perderían. Huiría con el resto de sombras.
Entró en un bar del puerto. Tras la mugre del cristal vieron cómo la sombra se acercaba a una mesa, ajena al resto de la clientela achispada. Un hombre apagado la ocupaba. La sombra metió la mano en el bolsillo. Perera vio cómo la mano negra introducía en la boca del hombre apagado una cápsula amarilla. Se encendió al instante. Se levantó y pasó junto a la sombra, que cayó al suelo.
Observó al hombre saliendo del bar. Pasó a su lado y se fijó en su extraña joroba. Pasmado, reconoció la sombra que lo acompañaba, arrastrándose sobre el suelo y dibujando la silueta de una joroba perfectamente reconocible.
¿Cómo explicarlo en el informe?