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La entrada a la finca atravesaba un camino entre naranjos que el aristócrata gozaba cada vez que acudía a relajarse en aquel entorno bello y escondido. El aire libre, la ausencia de ojos vigilantes y la caza mayor ocupaban su solaz los dos o tres días que varias veces al año acudía a la propiedad de su primo.
La versión no oficial sin embargo ahondaba en el aire insano de las partidas de cartas al bacarrá, los ojos vigilantes de los matones de seguridad y la caza mayor de las hembras que, no siempre voluntariamente, acudían a las largas veladas en las que el alcohol era el primer protagonista, el segundo las drogas y el tercero, y más importante, el sexo, al que se entregaban con deleite los dos parientes en cada escapada del Sr. duque a tierras andaluzas.
Contaban los cazadores de la comarca que donde el aristócrata ponía el ojo también ponía la bala. Era un gran tirador. De igual forma, donde ponía el ojo de la lujuria ponía la intención. Utilizaba balas de todas clases, desde la seducción más sutil hasta el engaño más execrable con tal de abatir la pieza.
Pero aquella pieza…
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– ¡Primo! ¡primo!, ¡que no he controlado, la farlopa me ha jugado una mala pasada!
– Sal por la ventana y corre deprisa hacia el coche, métete dentro y espera a que avise a tu chófer. Tú no has estado aquí este fin de semana. Es lo que diremos.
– Gracias primo.
– Tranquilo Ernesto, yo lo arreglo, nadie de nosotros va a pagar el pato por una puta.
– Se me resistió primo, los juegos, y el collar, el antiguo, ya sabes…se me resistió…y…
– Y tú no soportas que una hembra se resista a tus caprichos. Lo sé de sobra
III
– Sr. Comisario, ¿me ha llamado?
– Si Contreras, pase y siéntese.
– Gracias.
– Se ha identificado el cadáver aparecido el lunes pasado en la acequia cercana al pantano. Se trata de una tal Renata Osuna Naranjo, nacida en Zafra, de 35 años de edad, conocida en el mundillo artístico por Aura. Sus últimos movimientos la sitúan en algún local de diversión entre Sevilla y Córdoba. Todo lo que tenemos está aquí en el expediente. Tome, el caso es suyo.
– Gracias señor.
– Quiero que investigue a fondo, pero sin gafas de bucear, ya me entiende, que haga mucho ruido en los próximos dos o tres días, pero que haya pocas nueces. Visite todos los locales y hable con todas las «artistas» que pueda. Si tenemos la suerte de que alguna por envidia, por amor o por pena se vaya de la lengua, quizás podamos encontrar a alguien con razones suficientes para detenerle. Pero vamos que ya nos imaginamos por donde vienen los tiros y las órdenes son las que son. Así que, a hacer el despliegue, pero mucho cuidado Contreras, por su bien y por el mío, con hacer lo que no nos conviene.
– Pierda cuidado, se hará tal y como ordena. Me pongo con ello, día y noche, señor.