LA NIÑA
Verónica Lozano Rodríguez | Gossip Girl

Ángel, el nuevo agente, entró en la escena del crimen junto a su cuadrilla. Era una habitación de unos veinte metros cuadrados, lúgubre y mal oliente. Le temblaban las manos e intentó disimularlo. Todos sus compañeros buscaban pruebas alrededor del cadáver, la razón de esa barbarie, y entonces vio un gato asomado en el alféizar de la ventana. Nadie parecía haberse percatado de su presencia. Se acercó a él sigilosamente y pensó que quizás atrapándolo sus manos dejarían de temblar. Le acarició el lomo suavemente y el gato aceptó su caricia acercándose aún más a él, y entonces vio algo que le dejó perplejo. Frente a esa ventana, en el edificio de enfrente, había una niña de unos diez años con los ojos llorosos y con un móvil en la mano.
– ¡Ángel! – Le reprendió su compañero Raúl – deja ese gato y ayúdanos con esto. Estas más verde de lo que pensaba.
– Allí hay una niña. Voy a acercarme por si hubiera visto algo.
– Ok, pero no tardes, aquí hay mucha faena.
Y Ángel se fue hacia allá.
Al cabo de unos pocos minutos, Raúl y los demás escucharon unos gritos provenientes del edificio de enfrente. Se asomaron rápidamente a la ventana y vieron como un hombre enmascarado la arrastraba hacia el interior de la vivienda, mientras ésta gritaba y pataleaba. Raúl agarró su pistola y salió de allí, seguido de otros dos agentes. El corazón parecía que se le iba a salir, pues los gritos de aquella niña se le repetían una y otra vez en su cabeza, pero confiaba en que Ángel hubiera detenido al sospechoso. Llegaron al edificio, entraron en él pues la puerta estaba abierta, subieron las escaleras hasta la tercera planta, y entonces se encontraron a Ángel en el marco de la puerta del apartamento cabizbajo.
– No he podido llegar a tiempo – dijo sollozando dejándolos entrar.
Raúl entró diligente a la habitación y vio cómo el pequeño cuerpo e inerte de la niña yacía en el suelo.
– ¿Has podido ver a su agresor? – le preguntó Raúl.
– He llegado tarde – volvió a decir Ángel fijando su mirada hacia la ventana. – ¡Maldita sea! ¡Ha escapado!
– Peinad el edificio y buscadlo, aún debe de estar por aquí. – Ordenó Raúl.
Todos se pusieron en marcha, incluso Ángel pareció recuperar la vitalidad saliendo de allí envalentonado para encontrar al asesino junto a sus compañeros.
Raúl se quedó junto a la niña e hizo las llamadas pertinentes. Horrorizado por la situación, se acercó a la ventana hacia donde miraba su compungido compañero, y desde donde minutos antes había estado asomada la niña, y entonces vio un teléfono móvil tirado entre unos cuantos maceteros. Lo cogió, buscó la galería de imágenes y su cara palideció de repente. No sólo encontró los videos del asesinato del primer cadáver, también vio al culpable de aquella sangrienta y despiadada matanza: su novato y compañero, Ángel.