LA NOCHE
Luis Miguel Morales Peinado | Román

La noche se refleja en el espejo del dormitorio. Siempre me han gustado así: de cuerpo entero y sinuosos. Mis ojos recorren el cristal, de arriba abajo, hasta ver cómo se acerca a mis pies desnudos el charco de sangre. Me aparto antes de que llegue y voy a por la ropa. Me visto. Ser detective tiene sus peligros. Era guapo. Muy guapo. Coloco su dedo índice de la mano izquierda en el gatillo. Parece buscarlo, desear quedarse unido a él, para siempre. Con naturalidad. Recuerdo la otra noche. El chinchín de nuestras copas. Cómo se perdía en mi mirada. Sus respuestas. Mis preguntas. Fue fácil saber quién era. En un par de noches cambiamos la cita en el bar por la cita en su casa. Un edificio de una sola planta en el arrabal, aislado y en medio de la nada. Tan guapo como poco perspicaz. Me habló de su escasa vida social, de su entrega total al trabajo, de que las pocas visitas que se acercaban a su casa pasaban desapercibidas para el vecindario con facilidad. De que hacía años que no follaba. Fue sencillo tomarlo como una invitación.
Ahora, debo irme rápido, no debo confiarme. Nunca se sabe si te pueden pillar, si has dejado una pista. He limpiado todas las huellas y nadie me ha visto entrar. Ni me verá salir: quién va a pasar por aquí a estas horas. Así no se puede llegar muy lejos en tu profesión, guapo. Se lo digo a la foto del carné de detective privado, antes de volverla a guardar en la cartera que dejó, al quitarse los pantalones, sobre la mesilla de noche. Después, abro el cajón y saco de él unos folios mecanografiados. Hablan de mí. Lo sabía. Qué pena, tan buen investigador como poco astuto. Me los llevo. Tengo que darme prisa, a primera hora de la mañana me esperan en el juzgado y debo tener la mente bien despierta. Al menos, podré dormir cinco horas. Suficiente para mí. Despacharé a ese capullo que quiso sobornarme. Que lo contaría todo, me dijo. Le voy a meter veinte años. Con la judicatura no se juega.
Me marcho, y mientras me quito los guantes con la parsimonia que requiere un trabajo bien hecho, pienso en que al final no follamos, hubiese sido demasiado peligroso para mí. También pienso en la ausencia de algún paso lejano y en el excesivo calor que hace en la calle. Una lástima, los finales de las pelis policíacas suelen sumergirse en el frío y la niebla de la noche.