La vi, las luz hacía que sus ojos brillasen más, el cabello castaño recorría parte de sus hombros, aquel día llevaba un vestido verde.
Sentados en la terraza de aquel bar al que solíamos ir comenzamos a charlar. No era un bar que tuviera nada en especial, con su barra de madera desgastada ya por el paso de los años y unas estanterías delante de un espejo que se encontraban al otro lado de la barra.
Ya íbamos por la 3 cerveza, la conversación había ido fluyendo de manera agradable a lo largo de la tarde, y la conversación fue saltando de un tema a otro hasta llegar a ese momento donde casi parecía que nos comunicásemos sin palabras, solo con pensamientos.
-Creo que al final, lo esencial para saber disfrutar de la vida, es compartir, sentir y pensar en positivo. Es algo que me ayudó a recardorlo cuando ya casi lo tenía olvidado, fueron los dos ingresos en la planta psiquiátrica que he tenido en este medio año en los que tuve que esforzarme en recordarlos y volver a vivir el momento, ser feliz y transmitir felicidad, pero sin nad que forzar. Dije tras recordar cómo estaba consiguiendo salir de la depresión.
-Estoy de acuerdo. Tendríamos que ser capaz de recordarlo siempre, aunque a veces me cuesta cuando no tengo un buen día, pero me ayuda a ser consciente de que realmente tengo todo cuanto necesito, soy feliz y no por ello tengo que estar siempre alegre o contento, hay que aprender a identificar nuestras emociones para poder permitirnos sentirlas y así liberar y expresar quienes realmente somos, como poder entonces ser feliz, si no es en el presente. Me respondió ella.
Y nos miramos durante unos segundos en silencio, mirándonos a los ojos. Pero no era uno de esos momentos incómodos en los que no sabes que decir, era mas bien como darnos cuenta de que compartíamos y pensábamos era igual a la hora de afrontar la vida.
Cuando hablaba con ella parecía que me comprendiera, que supiera exactamente que era lo que había vivido, y en parte la admiraba por ello, por su capacidad de empatía, le era facil ir más allá de las palabras y comprender los pensamientos que compartías, y para mi era fácil expresarlos en aquella libre vieja con las tapas de cuero, que de vez en cuando le leía todo aquello que escribía, a veces era el diario de algún día, otras veces reflexiones y otras poemas, pero lo que más la gustaba era escucharme cantar esos raps, decía que encontraba en ellos una manera sencilla de comprender lo que expresaba, y aquello me reforzaba la idea de querer compartirlo con más persona.
-Supe pedir ayuda las veces que la necesite desesperadamente, y estoy orgulloso de haber tenido esa valentía, por que me salvo la vida de evitar que hubiera tomado aquella decisión que no hacía más que invadir mis pensamientos. Rompí el silencio mientras ella sonreía, y sonreímos los dos.
Fue entonces cuando me dispuse a arrodillarme.