LA PRUEBA
ANTONIO MARTÍN GARCÍA | MARGARÁN

Cuando llegó la Inspectora Blasco ya estaba todo acotado con cinta policial, los de Científica estaban realizando la inspección ocular y parecía que todo el engranaje policial se encontraba a pleno funcionamiento.

Miró a su compañero, tenía un cierto aire de suficiencia que no le había visto en ninguna de las escenas en las que habían investigado algún crimen, normalmente no le gustaba mirar, a pesar del tiempo que llevaba, no se acostumbraba a la visión de una persona asesinada, parecía que, en este caso, no ocurría así.

Al mirar el escenario parecía que todo había sido tenido en cuenta, todo estaba en su sitio, ningún rastro, ningún resto, ninguna huella se podía apreciar, nada que aportar en la Inspección Ocular, todo parecía perfecto.

Sin embargo, al aplicar la luz rasante algo llamó la atención de la Inspectora, sonrió, ahí estaba Locard y su principio de transferencia, ahí estaban los fundamentos de la criminología moderna, ahí estaba el botón.

Ese botón se le enredó en la cabeza, su mente cuadriculada le decía que sabía dónde encajaba a la perfección, era como si, con anterioridad a la investigación del crimen, ya tuviera la respuesta al mismo, simplemente tenía que buscar dentro, saber en qué momento había tenido conciencia de la existencia del vínculo entre esa prueba, ese botón que se encontraba apenas a cinco centímetros de la mano de la joven muerta, y su asesinato.

Cuando volvió la cara hacia el Subinspector le había mudado el rostro, volvió a su ser habitual, se dio la vuelta para dejar de observar a aquella mujer que, con la vista ya vacía de vida, se encontraba tendida delante de ellos, ya no estaba tan relajado, no era tanta la suficiencia que mostraba -¿te vas?- le preguntó obteniendo como respuesta su espalda y un brazo levantado para decir adiós.

Y fue exactamente en ese momento cuando surgió, como muchas otras veces, ese “click” que ponía cada cosa en su sitio, que amoldaba su pensamiento actual con los recuerdos anteriores, que buscaba, y encontraba, la solución al enigma.

Se dirigió al Subinspector -no me hiciste caso ¿no? a pesar de tu impostura, de tu elegancia, de tus trajes, no fuiste capaz de hacerme caso cuando te dije que no era el mejor conjunto para una primera cita, que te hacía parecer más serio de lo que eras en realidad-

No se dio la vuelta -no sé a qué te refieres- le contestó sin mirarla -no sé de qué cita estás hablando, no tengo una cita desde hace ni se sabe el tiempo-

Con sus guantes de látex cogió el botón de aquella escena, rodeándole para enfrentarle directamente, le habló con calma -sabes a qué cita me refiero, a esa en la que una chica acaba muerta, asesinada, dejando una prueba que te incrimina, este botón, teniendo en cuenta que llevas la chaqueta a la que le falta.-.