LA REUNIÓN
CARMEN RUIZ MARQUÉS | Maru

Estaba allí delante tranquilamente, sin abrir la boca más que para engullir algún trozo de langosta o para chuparme los dedos sin ningún rubor. Habían acabado por aceptar mi presencia aunque al principio las caras fueron de total desconfianza. Un gesto en la persona que los había convocado y de la que no tenían después de tantos años, ninguna duda, les hizo cambiar la expresión. Entonces pude relajarme algo, aunque el corazón seguía latiéndome tan deprisa que me parecía que podrían oírlo todos.

Nos habíamos encontrado en el casino una noche en que tenía bastante suerte. Ganó muchísimo dinero y estaba de muy buen humor. Nos miramos y notamos buenas vibraciones enseguida. La fortuna en el juego y las burbujas del champán carísimo, que no paraban de servirle, me convencieron de que antes de una hora estaríamos en la suntuosa cama de la suite que ocupaba en el mejor hotel de la ciudad. A partir de esa noche, estuve a su disposición. Adivinaba todos sus deseos mucho antes de que los sintiera. Poco a poco rompí todas las barreras de suspicacia y recelo que pudiera haber. Me fui haciendo imprescindible.

Y allí estaba, conociendo de primera mano los preciosos detalles de la operación que traería a nuestro país el alijo de droga más grande jamás visto. Dentro de la braguita que me había regalado por la mañana y que procuré que aunque ceñido, no marcara mi vestido, la microscópica grabadora iba recogiendo todo lo que se decía. Fingí ir al baño cuando quedaban escasos minutos para que el operativo, siguiendo mis instrucciones, se desplegara. El edificio estaría rodeado por más de cincuenta policías. No tenían escapatoria posible y todo estaría en la grabación como prueba irrefutable para tenerlos si no muchos años, una buena temporada en la cárcel. Yo ya había acabado mi trabajo. 

Desaparecí antes de que entraran. Quise despedirme con un gesto. Después de todo, el sexo había estado bastante bien y como persona, no me había decepcionado en exceso.

No lo había controlado todo. Uno de los suyos sacó un arma, disparando a dos de los primeros policías que entraron a la sala. Entonces, los que les seguían repelieron el ataque disparando también. Me entristecí mucho al leerlo en el periódico al dia siguiente: …»entre los muertos, la famosa capo del  cartel de …una de las pocas mujeres respetadas y con muchísimo poder en el mundo de la droga, eminentemente masculino….».