La serie invertida (novela brevísima)
Joaquín D. Freire | Gaspar Frueños

Petrión se ríe. No será un asesino en serie más. Lo recordarán , décadas, ¡siglos! después, por su originalidad. Y por su homenaje.
¿Acaso no recuerdan aún ― y seguirán haciéndolo― a Edgar Poe, muerto hace más de ciento setenta años?
Va a invertir los crímenes de la Rue Morgue. Y en orden ascendente. Genialidad total. Terminará matando a un gorila.
Ahora asesinará a un monito.
Después vendrán un chimpancé, un orangután…
De a poco. Hay que respetar la serie invertida.
Y después del gorila ― último (o primero) de la serie de monos, antecesores del hombre― comenzará con los seres humanos. ¡Nunca hubo un killer así! De “monicidios” pasará a homicidios, se ríe, divertido frente al espejo: la dentadura impecable, el rostro armónico, los hombros musculosos.
Quizás se deje atrapar, en su madurez, para ser reconocido y aplaudido en vida.

El comisario Muriño se retiraba en seis meses. No había hecho carrera: carecía de carácter fuerte o cintura política para seguir ascendiendo. Era el jefe de la División Protección Animales. Sentía más cariño―se decía― por “los bichos” que por los humanos.

Petrión ya ha estrangulado al monito Kong, que jugaba en el jardín terroso de una solterona que lo tenía como mascota. Pero Kong lo ha rasguñado en un brazo. Y dejó las marcas, profundas. Tendrá que usar mangas largas, justo ahora que comenzaba el verano.
Tres días después. El chimpancé es más difícil. Recurrirá a la pistola de dardo envenenado.
Los zoológicos al aire libre lo favorecen. Pero lo vio un niño de unos diez años.
Sus padres estaban lejos, con otro hijo. Petrión usó el segundo tiro y huyó. Ay, la cosa se ha complicado. Y la serie, perdido su prolijidad. Está furioso.
Buscan al asesino del mono, pero, sobre todo del niño. No hay pistas.
Pasan cinco días.
Mata a un orangután en otro zooparque, con una fruta envenenada.
¡Bien! Por fin se habla de él. Se preguntan por qué no mató a otro niño. Se ríe.
Pronto, matará al gorila. Primero un dardo, no mortal; después lo degollará. ¡Obra maestra!
Será en una reserva especial, a 500 kilómetros de los otros parques.
La policía está desorientada y abarrotada de trabajo. Ni una pista del asesino del niño.
El comisario Muriño, con más tiempo disponible y ansias de un retiro notable, ha descubierto: “…27 años… hijo único … muertos sus padres en un (se cree) accidente, dejaron una pequeña fortuna……no trabaja… expulsado Ciencias Veterinarias por experimentos…… despedido de dos veterinarias por crueldad……último trabajo: una farmacia…S.R. Petrión, domiciliado en …
Falta el gorila. No puede fallarle la fuerza. En ese zooparque no hay rejas, han creado un hábitat. Primero, disparo adormecedor. Portará, escondido, un gran cuchillo. Será la obra maestra. No puede fallarle la fuerza justo ahora…
―¡Abra, Petrión! ¡Policía!
Fuerzan la puerta, el comisario Muriño y dos ayudantes, armas en alto.
Petrión yace en su cama, muerto. Dictamen: … tétanos debido a heridas producidas por elementos cortantes en contacto con la tierra.