La detective Carmen Moreno es una célebre investigadora, conocida por su perspicacia a la hora de resolver los crímenes más complicados. Por eso, cuando en la mañana de su cumpleaños el marqués de Valdepeñas descubrió que habían robado en su palacio, ella fue la designada para resolver el caso.
Tras su llegada al palacio, el marqués llevó a la detective hasta la sala en la que la noche anterior aún se encontraba el cetro robado. Estaba hecho de oro macizo, databa del siglo XII y su valor era incalculable. El marqués explicó que había encontrado una pequeña figura de origami sobre la mesa de su despacho con un mensaje que decía: «I am The Shadow that never leaves». Carmen rápidamente asoció esta nota al conocido ladrón internacional “La Sombra”.
La detective había estudiado el modus operandi de dicho ladrón y tenía la teoría que “La Sombra” disfrutaba con la adrenalina y solía dejar pistas en sus conocidas notas. Lo primero que hizo fue interrogar a los empleados del palacio: nadie había notado nada extraño pero con el ajetreo por la fiesta que se celebraba esa noche no podían estar seguros. En las cámaras de seguridad tampoco se veía a nadie entrar ni salir durante la noche.
El marqués accedió a la petición de Carmen de asistir a la fiesta, ya que su teoría era que La Sombra aún se encontraba en el palacio y aprovecharía el evento para escapar.
Esa noche el palacio empezó a llenarse de invitados vestidos con trajes de época. Más tarde, engalanada como el resto de asistentes, Carmen, bajó al salón donde se fundió con ellos mientras los estudiaba.
Pasada la medianoche, cuando ya empezaba a dudar de su teoría, su mirada se fijó en un hombre que llevaba un vistoso traje azul. Lo que llamó su atención era que no recordaba haberlo visto antes. También observo que llevaba un bastón con una empuñadura plateada. Carmen se perfumó sus guantes y se acercó al caballero, con quien inició una conversación informal. Mientras charlaban la detective fingió un tropiezo y él la sujetó para evitar que se cayera, momento que ella aprovechó para agarrar la empuñadura del bastón con su mano enguantada. Al retirarla, parte del mango mostró un brillo dorado.
Al darse cuenta de que había sido descubierto, “La Sombra” tiro a Carmen al suelo y huyo a otra sala del palacio. Ella se levantó rauda y salió corriendo tras él junto a los guardias de seguridad que habían presenciado la escena. Lo alcanzaron justo cuando se cerraba una puerta secreta camuflada en la librería del despacho que conectaba con una pequeña sala donde “La Sombra” había estado escondido para salir junto al resto de invitados.
El marqués estaba exultante, daba las gracias a Carmen y a Dios por haber eliminado la pintura del cetro en ese momento, a lo cual la detective le respondió con un guiño:
– A Dios o a la acetona con la que impregné mis guantes.