La triste realidad
Aaron Dominguez Eguia | Aaron Eguia

La tarde estaba fría y lluviosa en la ciudad de Nueva York cuando el detective privado Jack Donovan recibió una llamada de un cliente potencial. La voz al otro lado de la línea estaba llena de ansiedad y urgencia.

«¿Es usted el famoso detective Donovan?», preguntó el hombre.

«El mismo», respondió Jack con una sonrisa. «¿En qué puedo ayudarlo?»

«Mi nombre es John Stevens. Mi esposa ha desaparecido y necesito su ayuda para encontrarla.»

Jack se enderezó en su silla. «Por supuesto, Sr. Stevens. ¿Podría darme más detalles sobre su esposa y su desaparición?»

John Stevens explicó que su esposa, Emily, había desaparecido de su casa en el Upper East Side la noche anterior. Habían tenido una discusión acalorada y Emily se había marchado de casa, pero nunca había regresado. John estaba preocupado y temía lo peor.

Jack aceptó el caso y rápidamente comenzó a investigar. Habló con los vecinos de los Stevens, revisó las cámaras de seguridad cercanas y habló con amigos y familiares de Emily. Pero todas las pistas parecían llevar a callejones sin salida.

Fue entonces cuando Jack decidió hacer una visita a la oficina de John Stevens. Mientras revisaba los documentos de Emily, Jack notó algo extraño: había varias transferencias bancarias sospechosas en la cuenta de Emily en los últimos meses. Al parecer, alguien había estado retirando grandes sumas de dinero sin que Emily lo supiera.

Jack pidió a John Stevens que le diera acceso a la cuenta bancaria de Emily y comenzó a rastrear el origen de las transferencias. Poco a poco, comenzó a unir las piezas del rompecabezas.

Resultó que Emily había estado teniendo una aventura con un hombre casado y le había estado dando dinero para mantener su estilo de vida. El hombre había amenazado a Emily cuando se negó a darle más dinero y ella había huido por miedo a su vida.

Con la ayuda de la policía, Jack encontró a Emily en un hotel en Brooklyn. Había estado escondida allí desde su desaparición, temiendo que el hombre la encontrara. Jack la llevó de vuelta a casa con su esposo y la pareja se reconcilió.

El caso se cerró con éxito, pero Jack se sintió triste por la triste realidad de la infidelidad y el engaño. Sin embargo, sabía que había hecho lo correcto al ayudar a una familia en necesidad.