No era la primera vez que se levantaba a hurtadillas de madrugada. El ruido del último escalón de madera para acceder al rellano de su piso, delataba un nueva visita en casa de su vecina de enfrente. Esa solterona del 3A cada día tenía más clientes. Miró por la mirilla, pero ya solo puedo alcanzar a ver a Pili la peluquera escabulléndose dentro.
Volvió al dormitorio y se deslizó de nuevo entre las mantas.
Se quedó mirando al techo. Lo había descubierto por casualidad tiempo atrás. Apuestas ilegales.
A la mañana siguiente el escándalo proveniente de la escalera le sobresaltó y los golpes de la puerta le confirmaron que algo pasaba.
_Abra la puerta, policía nacional.
Con paso lento se dirigió a la puerta, se miró en el espejo y se acicaló el pelo antes de abrir.
_Buenos días señora, siento comunicarle que hemos encontrado muerta a su vecina de enfrente y todo indica que ha sido de manera violenta.
Se le fue todo el color del rostro y sintió un leve mareo .
_¡Cómo es posible! ¿Qué ha pasado? Si es que parecía una mujer tan confiada. No está una segura ni en su casa.
_¿Queríamos saber si habría usted oído algo esta madrugada? Los vecinos del segundo aseguran que últimamente recibía visitas de noche y que se rumoreaba que tenía mucho dinero en efectivo en su casa.
_ Siento no poder ayudarle agente, tomo pastillas para dormir desde hace un tiempo y no he oído nada.
No tenía mucha relación con ella, lo normal entre vecinas.
Pase, pase, si quiere le enseño las pastillas, sin ellas a mi edad ya no podría descansar.
_No se preocupe. Estamos preguntando a todos los vecinos.
Sí recuerda algo, no dude en llamarnos.
Cerró la puerta y se dirigió de nuevo al dormitorio. Cogió el viejo cuaderno donde tenía anotado los horarios de todos los que se dejaban caer por la casa de su ya fallecida vecina. Es que era tan confiada. Pensó mientras empujaba con el pie la maleta llena de billetes para ocultarla mejor bajo la cama.