La víctima.
Laura López Hurtado | laura

El teléfono empezó a sonar. El reloj marcaba las 6:40. Descolgué sin poder abrir los ojos: -Tienes que venir de inmediato. Ha aparecido una mujer muerta por arma blanca.

No había dormido ni tres horas. La noche anterior estuve celebrando un caso de esos que como detective más te gusta resolver. Había encontrado una niña desaparecida hacía meses. Quise darme un homenaje en Lamucca, el restaurante más de moda de Madrid con Bianca, una reportera de investigación muy implicada en el suceso. Eligió como plato principal Milanesa de setas. Que escogiese mi favorito, mirándome de reojo y con una media sonrisa, no fue casualidad. Después de compartir risas y confidencias nos fuimos juntos a un motel cercano. Esa sería la última vez, ambos lo sabíamos.

Llegué a casa pasadas las tres, pero Gabriella me esperaba despierta. Desde que nos casamos nuestra relación había sido perfecta. No obstante, hacía varios meses que estaba muy triste al no lograr quedarse embarazada y yo encontré en Bianca una vía de escape. Gabriella me recibió con un cálido abrazo y me felicitó por encontrar a la niña. Era tan buena y dulce… Sin embargo, la solía decir constantemente que era demasiado confiada e ignorante. Esa vez… a mi favor.
-¿Qué haces despierta a estas horas, mujer? Te dije que tardaría porque fui a celebrar la resolución del caso.
-No puedo estar más orgullosa de ti. Necesitaba decírtelo hoy.

Cuando esa mañana llegué a la escena del crimen, la melena le tapaba la cara y sus ropas estaban ensangrentadas. Hice unas fotos, unas preguntas y vi como levantaban a la chica. En ese momento empecé a temblar, sentí tanto frío dentro del cuerpo que me paralizaba. Era ella. Era Bianca.
Había que pensar con rapidez. Tenía que hacer mi trabajo mejor que nunca. Sabía como iban estas cosas y el primer sospechoso sería yo. Tenía que ocultar todas las pruebas que pudiese. ¿A quién quería engañar? En cuanto analizasen su cuerpo encontrarían mis restos de ADN. Debía encontrar al exnovio. En la cena habló de su mala relación. Seguro que está implicado.

Pese a todos mis esfuerzos, no tardaron ni 48 horas en venir a por mí. Me habían visto en el restaurante y mis restos estaban por todo su cuerpo. Debía estar tranquilo. Yo no había sido.

Al día siguiente me desperté en una pesadilla. Había restos de sangre de ella en mi coche.
-¡Fuimos a un motel en mi coche! ¡Tendría alguna herida! -Grité descontrolado.
-¿Y la llevaste en el maletero? – Al escuchar la irónica pregunta de aquel policía no pude pestañear, ni resirar, ni mover ni un solo músculo. Alcancé a susurrar: -El novio quiere culparme.
-El exnovio no estaba en la ciudad.

Mi mujer vino a visitarme. Estaba deseando verla, aunque me echase una broca tremenda. Aunque no la volviese a ver jamás… Únicamente dijo una frase:
-Solo hay que dejar que un infiel te vea confiada e ignorante para preparar la mejor de las venganzas.