La Virgen de la Bola
José Luis Vicario Saiz | Joluv

El inspector Murillo revisaba las imágenes de las cámaras de seguridad de manera infructuosa. Los ladrones iban totalmente tapados y ninguna imagen del banco atracado iba a dar sus frutos. Murillo, concienzudo, también había pedido las cintas de vídeo de los comercios cercanos. Cuando estaba a punto de dejar las siguientes cintas para el día siguiente, una imagen le levantó de su asiento.

Pudo ver parte del cuerpo del conductor que esperaba a los dos ladrones del banco. El conductor llevaba el jersey arremangado. Al ampliar la imagen, en el brazo que sobresalía por la ventanilla, se veía un tatuaje.
– ¡Bingo! Es una mujer con un niño y una pelota.
Gritó pegando un puñetazo en el escritorio que tumbó los dos portarretratos que había sobre ella.

Justo en ese momento llamó a la puerta un subordinado.
– Inspector hemos comprobado la matrícula del coche y fue robado hace dos semanas.
– Pase Domínguez, ¿ qué ve en este tatuaje?
– Inspector parece una virgen con el niño Jesús sujetando una pelota.
– Claro que no es una mujer normal. Es una virgen con el niño Jesús. – Vociferó entusiasmado Murillo.

El inspector hizo búsquedas por internet sobre una virgen y un niño con una pelota. Pero no encontró nada. Se le ocurrió visitar al que fue su profesión de religión en el colegio y con el que todavía tenía buena relación.
– No es una pelota, es una bola del mundo. Y la Virgen es la Virgen de la bola. Su imagen está en la parroquia del Carmen en el Barrio del Puerto. – Confirmó el profesor sin dudar.

El comisario salió corriendo hacía la Iglesia situada en el Barrio del Puerto. Nada más entrar en la parroquia lo vio. Allí estaba la imagen del tatuaje sobre un pedestal alto. Una imponente escultura policromada con una Virgen con el niño en brazos que a su vez agarraba una bola del mundo.

Murillo ordenó montar una guardia para ver si hombre el tatuado aparecía en la misa del domingo, la más numerosa de toda la semana.
A la salida de la ceremonia, Murillo observó un hombre que llevaba un tatuaje debajo de su camisa blanca.
– Creo he visto la bola verde y azul, – advirtió Murillo a Domínguez.
Murillo salió del coche y se acercó al señor
– Disculpe caballero me puede decir la hora
El hombre se subió ligeramente la camisa para ver el reloj. Debajo de éste se veía la cabeza de la Virgen y la bola del mundo tatuada.
Murillo sonrió y pensó – Ya te tengo
-Caballero soy policía me permite su documentación -dijo el inspector
El hombre se puso colorado mirando la placa policial de Murillo. Salió corriendo hacia la Iglesia. Murillo corrió tras él. El ladrón subió unas escaleras que daban al coro y en el último escalón tropezó hacía delante y su cabeza fue a golpear un banco.
Queda detenido por el robo al banco del Sur – sentenció el inspector.