La sala de espera de urgencias del Hospital del Mar de Barcelona hierve de actividad. Médicos arriba y abajo, enfermeros, camilleros…… Mirando el móvil, los casos menos graves esperan a ser atendidos.
El inspector Morales pasea por la sala reprimiendo las ganas de fumar. Lleva dos meses sin hacerlo, se le hace difícil.
Las puertas se abren y el subinspector Domínguez sale andando por su propio pie.
-¿Cómo estás? ¿Qué te han dicho? -pregunta Morales.
-Pinchazo de antihistamínico y a correr. Es por mi alergia a las nueces, pasa de vez en cuando. Pero hoy sólo he comido tarta de Santiago, y no debería llevar nueces, ¿no?
Esta mañana han ido a visitar a la señora Rius. Su marido cayó fulminado en el suelo de la cocina hace dos días y su mujer no le encontró hasta horas después. Había estado todo el día en una colecta, rodeada de testigos. Se celebró un funeral e incineración a toda prisa. El señor Rius era un rico empresario catalán y le sacaba a su esposa treinta años. Eso disparó algunas alarmas y la hija del señor Rius, de su anterior matrimonio, puso una denuncia.
El inspector Morales está con la mosca detrás de la oreja. La señora Rius se ha mostrado muy afectada. Quizá demasiado. Les ha ofrecido tarta de Santiago, que ella misma prepara. Ella ha comido un buen trozo también.
Vuelven a la casa, a las afueras de Barcelona, y se encuentran con la señora Rius subiendo a un taxi.
-Agentes, me pillan a punto de ir al aeropuerto. Voy a pasar unos días con mi familia.
-No le robaremos mucho tiempo -le dice el inspector. Sus ojos la recorren de arriba a abajo buscando detalles que se le hayan podido escapar. Traje chaqueta Chanel negro, que se note que está de luto. Bolso Louis Vuitton. Gafas de sol Cavalli cubriendo media cara que se quita para hablar con ellos. Tiene cuarenta, pero gracias al botox y algún retoque parece más joven. Y más inexpresiva.
-¿Dónde vive su familia? -pregunta el subinspector.
-En un pueblecito del Bierzo, apenas sale en los mapas. Si no fuera por el Camino de Santiago no quedaría nadie. Vuelo hasta A Coruña y ahí me recogen mis padres.
Mientras el subinspector entretiene a la señora Rius, el inspector busca por Google…… ¡Ojalá lo hubiera tenido cuando empezó!
-Señora Rius -informa el inspector. -Deberá acompañarnos a comisaría.
El inspector reparó en una pequeña marca rojiza en la mano derecha de la señora Rius cuando servía el café esa mañana. La que se forma cuando usas un cascanueces muchas veces. Y por lo visto la señora Rius había pasado los últimos días pelando un saco de 50 kilos que le habían mandado desde el pueblo. Añadió ese ingrediente secreto a todos los platos que preparaba a su marido. Un poco de nuez en los cereales, la tarta de Santiago, la salsa del entrecot…… Era cuestión de tiempo que el arsénico de las nueces acabara haciendo efecto. De ahí el interés en incinerar el cuerpo cuanto antes.