El extraño olor me hizo despertar. No recordaba en qué momento de la noche había perdido la consciencia. Debió de ser mientras estaba con aquella muchacha. Intente levantarme, pero me encontraba encerrado en lo que parecía una caja de madera. Por los poros se deslizaba un goteo constante que me resultaba familiar. Podía escuchar como alguien se arrastraba fuera, de un lado a otro.
– ¡¡Ayuda!! – grite –
No hubo respuesta, solo el silencio. En ese momento entendí que lo que me estaba impregnando el cuerpo era benceno. El chasquido de una cerilla hizo que mi cuerpo entrara en un estado de pánico, pero, ya era demasiado tarde.
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Miraba fijamente la caja del suelo, podía escuchar los golpes y los gritos. Friccione el fosforo de la cerilla y la arroje sobre el ataúd empapado, las llamas empezaron a reflejarse en mis pupilas mientras todo ardía y se convertía en cenizas.
Di media vuelta y empecé a caminar. No tardarían en llegar, y como siempre, ella estaría también, buscando el más mínimo detalle para atraparme. Mi inspectora favorita, Noemi Bernal. Me encantaba observarla, ver como trabajaba era un placer. Su mirada penetrante, sus movimientos equilibrados y su manera de analizar la escena del crimen en busca de un hilo del que tirar.
Me repetía, una y otra vez su nombre en mi cabeza, Noemi Bernal. No me resulto difícil averiguar cosas de su vida y de su pasado. Sabía que poseía un don especial. Se introducía en la mente de los criminales, los comprendía y pensaba como ellos. Pero no era perfecta. Su alma era débil y su cuerpo estaba marcado con heridas de guerra.
Había oído hablar mucho de su larga trayectoria laboral, pero su vida personal era un auténtico caos. Sabía que tarde o temprano me encontraría, pero, mientras tanto yo tachaba un nombre más de mi lista. Observé el siguiente y empecé a caminar hacía mi próxima víctima
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La inspectora Noemi Bernal examinaba la escena del crimen en busca de pruebas. Solo los huesos calcinados, podrían llegar a esclarecer aquella serie de asesinatos que se estaban sucediendo durante estos meses.
¿Sabemos la identidad del cadáver? – pregunto la inspectora -.
Solo que se trata de un hombre de mediana edad, sobre cincuenta años, al igual que los anteriores. La científica ya ha recogido muestras para intentar identificarlo.
Bien, como las otras veces, el fuego ha destruido cualquier indicio de pruebas…
Noemi se quedó observando alrededor del cadáver, pensativa, inmersa en sus pensamientos mientras reconstruía en su mente la escena y asentía con la cabeza. Había encontrado algo que le llamaba la atención y su instinto le decía que necesitaba otra perspectiva.
Haced fotografías de toda esta zona – señalo el suelo alrededor de la víctima -. Necesito volver a ver los expedientes de los otros cinco casos anteriores.
Sabía que estaba muy cerca, había conseguido reunir muchas piezas, solo quedaba encajarlas.