Lo que no mata engorda.
María Jesús Giner López | Mery

Fue lo último que nuestra víctima compró antes de ser encontrada en el portal.
Elisabeth mira meticulosamente la escena del crimen. Tiene la sensación de que la víctima ya conocia a su agresor. Se acercó sin prisa, pudo hablar con la víctima y espero a que está se relajará para asertarle una puñalada mortal. Tenía que ser alguien que la conocía bien, que supiera sus horas de salida y entrada.
– ¿Cree usted que ella sabía que iba a morir? – Me pregunta el inspector Pacheco.
Mirando el escenario y analizando la forma, la puñalada tuvo que ser un abrazo y a prena luz del día. Era la hora de la siesta, la persona culpable de asesinato sabía que a esa hora, en pleno verano y con el ruido ensordecedor de las chicharas nadie les escucharía.
– Creó que la persona culpable sabía lo que hacía. Había ya estudiado a la víctima y sus rutinas. Sabía bien que nuestra víctima saldría a una hora donde es prácticamente un desierto de hormigón todo.
La compra está, pero hay algo. Un objeto de más, algo que nuestra víctima no tenía apuntado en su lista de la compra y le dio la persona que buscamos, una caja de tampones. Alguien con quien tenía confianza para coger algo tan íntimo como una caja de tampones.
Tran interrogar a todas y cada una de las personas que conocían a Magdalena Mora Ramos, podríamos decir que tenía más de una admiradora enfadada con ella. En especial una, la cajera del supermercado, eran amigas. Hace como cosa de un año corta su relación con Antonio; él la deja sin darle muchas explicaciones. Aurora le cuenta a su amiga, está la alenta a buscar trabajo y que deje pasar el tiempo. Pero un día ve a Magdalena y Antonio juntos en él supermercado. Los dos están comprando y dandose cariño, como hacen las parejas. No saben que Aurora trabaja allí y les ve juntos. Aurora ardida por todo el daño del engaño y que su amiga Magdalena le tomará el pelo, planea como matarla.
Agarrando sus cosas va donde Magdalena y le dice que se ha olvidado una caja de tampones en él supermercado. A lo que Magdalena le dice que no son de ella que es imposible que tenga la regla. Aurora la mira y se hecha a reir le contesta que ya lo sabe, que está embarazada. Y aprovechando el estado de sorpresa de la víctima la apuñala en un abrazo fuerte. Justo en el corazón. Con la mala suerte que la caja de tampones cae dentro del carrito de la compra con las huellas de Aurora y las imagenes minutos antes en el supermercado.