LÓGICA.
RODRIGO MARTÍN NORIEGA | Foster Wallace.

Transcripción del interrogatorio al profesor de lógica Ernest Kalmus en relación a la investigación por el asesinato de su colega Henry Cornish.
Agente Hal Incadenza(P): Señor Kalmus, dónde estaba usted la tarde del 6 de octubre pasado.
Ernest Kalmus:(R) En el despacho de Henry Cornish.
P: Fue usted la última persona que lo vio con vida.
R: Esa es una afirmación que excede mi capacidad de respuesta, si quiere usted que le diga la verdad.
P: Un testigo afirma que salió usted de ese despacho con las manos ensangrentadas.
R: Lo que la gente afirme no es objeto de debate. Todo lenguaje es un idiolecto. X afirma ver a Y con las manos ensangrentadas. Podría dedicar los años que me quedan a intentar entender las implicaciones de esa frase.
P: ¿Niega usted que saliera del despacho con las manos ensangrentadas?
R: Niego la posibilidad de que el lenguaje pueda decir algo fuera de sí mismo. Y yo no discuto argumentos ontológios. No a estas alturas de mi vida.
P: Usted y el señor Cornish tuvieron una disputa académica en público.
R: Disentíamos en conceptos fundamentales. Yo defiendo postulados wittgensteinianos y él era un burdo empirista.
P: No entiendo lo que quiere decir.
R: Lo supongo.
P: La pregunta es si lo mató usted.
R: La pregunta es qué podemos saber, qué podemos afirmar sin miedo a que los abismos de la lógica matemática devoren a nuestras proposiciones. Hablamos pensando que iluminamos con nuestras palabras y solo añadimos oscuridad.
P: El señor Cornish estaba vivo y ahora está muerto.
R: Si es tan amable, agente Incadenza, traduzca eso a un orden geométrico.
P: Debería buscar un abogado.
R: Y añadir más palabras, supongo.Pero usted sabe que donde no hay nada que decir es mejor el silencio.
P: Tiene usted derecho a no declarar, por supuesto.
R: Ah,ese derecho. Concedido por una divinidad benevolente y tan poco utilizado.
P: Está usted detenido por el asesinato de Henry Cornish.
R: Y sin embargo, piense esto. Entré en su despacho y lo encontré tendido en un charco de sangre. Traté de reanimarlo y fracasé. La justicia solo puede determinar la validez de esta proposición o su falsedad. Y no tiene los instrumentos para hacerlo.
P: Qué sugiere entonces, profesor.
R: Silencio. Es lo que propongo. Y un té con limón, si es tan amable.
FIN