La corneta marca “Perdona a tu pueblo”.
La plaza de San Miguel está abarrotada. Los tambores retumban sobre el gentío que aguarda la recogía” albayzinera.
– ¿Ginevra?
– Esto es… Tenías razón al decirme que debía vivir la madrugada del Jueves Santo.
Manuel se emociona al ver virar el paso hacia su templo. Ella no puede evitar besarlo. Sigue latente el amor que aparcaron hace un año en Italia.
Mientras, el capataz emociona a todos a la voz de: “poco a poco”, “no correr”.. Cientos de móviles iluminan el momento con la luz de sus cámaras.
– Manuel! ¿Estás bien?
– No.
Cae desplomado. Ginevra grita,
-Ayuda!.
Los agentes que velan por la seguridad del cortejo acuden rápido, dispersan a los curiosos, intentan reanimarlo, hasta que llega el equipo médico, que nada puede hacer.
Uno de los agentes lo identifica.
-Es.. Manuel García, el hijo de Mamen García.
Mientras intentan tranquilizar a Ginevra, telefonean a la inspectora Verónica Domínguez para contarle lo ocurrido. Verónica llama a Mamen para ver dónde está. Coge las llaves, y conduce a toda prisa hasta su piso. Sube las escaleras y le da la mala nueva.
– ¿Qué dices?.
– Al parecer ha sufrido un infarto.
– Vamos al IML
Alicia, la forense, que ya ha hecho el primer reconocimiento, las espera. Mamen no tiene fuerzas, así que aguarda en la sala de espera. Verónica pasa dentro.
– Ali, dime.
– Vero, cuando lo han traído, todo apuntaba a una muerte súbita, pero mira…
– ¿Esto qué es?
– Lo han asesinado. Ha sido envenenado, pero nunca había visto algo parecido.
– ¿Cómo le cuento esto a Mamen?
Verónica regresa junto a ella.
– ¿Qué ha ocurrido?
– Manuel no ha sufrido ningún infarto. Lo han matado.
– ¿Qué?
– ¿Sigues recibiendo amenazas de aquellos rusos?
– No, desde hace ya meses.
– Seguro?
– Te lo juro. Justo antes de Navidad me llamaron, advirtiendo que nos retiráramos del concurso de la obra de Moldavia o.. Me darían dónde más me duele.
– ¿Por qué no me lo dijiste?
– No sé. No creí que..
– Algo más que deba saber?
– No hay tiempo que perder. Voy a llamar al Subinspector Armada, para que vaya a la comisaría echando hostias. Tú.. ¿Te llevo a algún sitio?
– No. Vero, solo una cosa, cógelos!!
Verónica entra en comisaría.
– ¡Toni!
– Inspectora.
– ¿Has averiguado algo?.
– No. La plaza estaba llena de gente grabando. Ya me han pasado bastantes vídeos..
– Y?
– Nada aún. ¡Olé! Este sí se ve de puta madre.
Tras varios minutos revisándolo una y otra vez, nada extraño hasta que, Verónica exclama.
– ¡Para, amplía!, ¿y esa japonesa?. ¿No te suena la cara?.
– Pues claro!
– ¿Sí?
– Son todas iguales.
– ¡Gilipo..! Corta la imagen y pásala por el reconocimiento facial.
– Ves, lo sabia. Es.. ¡Locusta!
– ¿Quién?
– La asesina de los elegidos. Envenena sin dejar rastro, lleva más de.. ¡Corre!