MATCH
Paula secó sus manos, se miró por última vez al espejo y retoco el rojo de sus labios dispuesta a volver al restaurante.
Nacho la había dejado hacía dos semanas, sin explicaciones, con un frío y distante mensaje de texto «lo siento, no podemos seguir viéndonos, el trabajo me tiene absorbido y no tengo tiempo para nada ni nadie más «. No lo entendía, creía que estaban bien. Aquello sonaba a excusa barata y Paula no podía quitárselo de la cabeza. Animada por sus amigas se había metido en una app de citas, solo colgó una foto de espaldas, aun no estaba convencida de querer conocer a nadie. No confiaba en que un programa de algoritmos pudiera encontrar a su medio limón.
Trasteo varios días por la aplicación deslizando perfiles sin interés alguno, hasta encontrarlo a él.
Paula no conocía muy bien Madrid, sólo llevaba unos meses viviendo allí tras su salida acelerada de Granada. Por eso se había decidido por un sitio céntrico y conocido.
Había quedado hoy a las 20 en Lamucca del Carmen con su primera cita. Estuvieron hablando durante horas por el chat, tenían tanto en común, y él era atento y encantador, buscaba el amor verdadero. Estaba ilusionado por conocerla decía.
Salió despacio del baño, se sentó en el taburete de piel marrón y terminó de trago el Pisco Sour que había dejado a medias en la barra.
Cogió su abrigo y se marchó, ni siquiera volvió la vista atrás cuando se cruzó con la pareja de policías que corrían hacia el local.
En comisaría habían recibido un aviso, un cliente del restaurante había encontrado el cadáver de un hombre en los lavabos.
Paula caminaba despacio hacia la boca de metro de Gran Vía, se detuvo un momento antes de bajar las escaleras y sacó su móvil. Busco en la app recién instalada las últimas conversaciones, entró en el perfil y deshizo el Match que había dado a Nacho, esta vez para siempre.
A la mañana siguiente la noticia inundaba las redes, Paula lo leía mientras la peluquera convertía su melena rubia en un Bob negro a la altura de la nuca. Cuando terminó se hizo unos selfies y actualizó sus fotos en las redes.
Ya en la estación saco el billete de AVE para Barcelona. Tardarían unos días en dar con ella.
Mientras miraba por la ventanilla del tren respondió en un chat reciente. «¿A que te dedicas Ana?» «Soy una asesina» «¿En serio?» «No, en serie» y cerró la aplicación mientras se colocaba los cascos para escuchar algo de música.
Motogom