‘-“ Véte a la mierda! Cuando vuelva no quiero verte ni a tus cosas en mi departamento.”
Sin esperar la respuesta, cerró la puerta de un golpe, caminó unos 5 pasos bruscos alejándose de lo que fue alguna vez un hogar. Antes de seguir, paró un instante y se volteó a ver si habría una persecución, no la hubo.
Le dolió saber que esa era definitivamente la última pelea que tendrían, que cuando volviese, en efecto ya no estaría, ni sus cosas.
No tenía a donde ir, de pronto solo quería estar en sus brazos, solo eso, algo imposible, había quemado el último puente.
Desesperado, comenzó a llorar sin control, corrió, se dio cuenta del error que había cometido, que quería encontrar todas sus cosas al volver, siguió corriendo, cuando se sintió a una distancia segura de todo, se arrodilló, nunca nadie había sufrido tanto, nunca nadie se había arrepentido tanto; gritó muy alto a los cielos:
-“ Que me parta un rayo!”
Dios se apiadó y se lo concedió.