Morsu Lupum
Juan luis Fonseca peña | Jon Delay

Nada encajaba allí, la escena de aquel crimen era a todas luces algo imposible de comprender. La inspectora Elena Coello revisaba el cuerpo de la joven que reposaba sin vida en un charco de sangre. Causa de la muerte, desangrada. Una herida de varios orificios en el cuello que, estudiando la distribución de cada agujero creado en la piel. Se llegaría a la conclusión, de que la herida mortal estaría relacionada con la mordedura de un gran can. En la escena también se pudieron recoger pelos grises de apariencia animal.
Todo indicaba que la mujer fue agredida por un perro, algo que no sería descabellado, si no fuera porque el piso de la víctima era un décimo, y ningún vecino tenía como mascota, a un animal de tales características.
Dos semanas después, al término de la cuarentena. Dos mujeres más fueron encontradas muertas en sus respectivos apartamentos, con las mismas características heridas que la primera víctima.
Aquella bestia había estado matando en plena pandemia, donde todos los ciudadanos se creían a salvo, aislados en sus casas.
La noticia de la desaparición de un lobo, en las instalaciones de Lobo park de Antequera en diarios digitales. Puso tras la pista del animal a la detective que, tras el análisis de los pelos hallados en las escenas del crimen. Constataron que efectivamente pertenecían a un lobo. Dado que las víctimas fueron encontradas en el centro de Málaga, la cercanía con el parque era de tan solo treinta y dos kilómetros.
Pero Elena, no podía comprender como aquel animal tenía el olfato para rastrear a mujeres solitarias y matarlas solo por placer. Resultaba algo incomprensible.
La prensa pronto bautizaría el caso como: “El Hombre lobo de Málaga”
Algo con lo que tuvo que lidiar la detective en las ruedas de prensa. Debido a la repercusión mediática del caso. Algunos periodistas sensacionalistas hablaban de la vuelta del primer asesino en serie de España. Llamado Manuel Blanco Romasanta.

Una inusual calurosa noche de principios de Mayo, la Inspectora de la policía Elena se topó de cara con la verdad.
Estando ya dormida en su apartamento pudo escuchar como alguien llamaba insistentemente aporreando su puerta. La sobresaltada Inspectora, turbada por aquel escándalo, buscó su arma reglamentaria.
—¿¡QUIEN ES!? —pregunto sin dejar de apuntar con su pistola.
Un aullido se escuchó detrás de la puerta, haciendo que un escalofrío recorriera todo su cuerpo.
Cuando se armó de valor y abrió, una figura de dos metros, de pelaje gris y blanco se abalanzó sobre ella intentando agarrar su garganta. Dos rápidos disparos hicieron que el pesado cuerpo cayera a plomo al suelo. Elena miró aterrada la imagen de un hombre disfrazado con un mono de fino pelaje. En su mano derecha, un guante con lo que parecía la dentadura de un lobo.
Una semana más tarde, descubrieron a través del médico que lo trataba, que el sujeto poseía una condición psiquiátrica llamada licantropía clínica.