Nadie muere sin probar su tarte de yema
Ines Matilde | Reconjoñeta

Me llaman Accumal y soy detective, aunque en realidad mi profesión es pastelero y me llamo Enrique.

Todo empezó un 30 de agosto de 2019 cuando oí que un hombre se quitó la vida.

El periódico publicó una foto donde se veía que retiraban el cadáver si bien se podía ver parte de la casa.

Me llamó la atención la encimera de la cocina. Mirándola estaba convencido que eran los ingredientes de una tarta de yema.

¿Quién se suicida antes de preparar una tarta de yema que estará lista al día siguiente?

Me entró tal curiosidad que empecé a investigar. Ahí es cuando descubrí que tenía un don sin saberlo.

Primero averigüé la dirección a través de esa foto de periódico. Quién me iba a decir que una simple foto me iba a cambiar la vida.

A través de la ventana se veía un edificio color marrón que parecía un colegio, por lo que vi cientos de fotos de colegios hasta que di con el de la foto.

Aparqué el coche al lado del colegio y me fui a buscar una tienda donde se pudieron comprar los ingredientes, sobre todo que tuviera azúcar glas.

Después de varias vueltas a la manzana conseguí ver un pequeño comercio. En realidad, estaba especializado en productos sin gluten, pero me dio buena espina.

Me atendió un señor muy amable de gran bigote de alegre conversación.

Le dije que quería preparar una tarta capuchina para mi sobrino que es celiaco y me dijo que era una casualidad que Don José, el hombre que falleció también iba a preparar una.

Y claro como no podía ser de otro modo le dije que era imposible que se quitara la vida antes de probar la tarta a lo que el buen hombre asintió.

Mi siguiente visita fue a la clínica forense.

Allí no me querían dejar entrar, pero como me enteré a través de la tienda que no tenía familia me hice pasar por su sobrino.

Allí había una mujer de mediana edad que muy amablemente me dijo que al ser una muerte natural y no existir signos de violencia no habían hecho una autopsia, pero le convencí de que mi supuesto tío no podía haber muerto antes termina su tarta capuchina sin gluten.

Clotilde, que así se llamaba, habló con la policía y le explicó el motivo de mi visita.

Transcurrieron diez eternos minutos hasta que la buena señora colgó el teléfono y aseveró:

– Lo hemos conseguido. Le haremos la autopsia- Contestó con vehemencia.

Intenté salir lo antes posible no me fueran a interrogar sobre un tío que me acababa de inventar.

Tras unos días de incertidumbre el periódico me volvió a sacar de dudas, Don José Pérez Fernández no se había quitado la vida, había sido envenenado.

Me fui a celebrarlo a La Mucca y desde entonces soy detective y de ahí mi nuevo nombre Accumal.

Hoy soy feliz y pronto te contaré mis nuevos casos que sin duda celebraré con una comida.