Siempre supo inconscientemente que era carne de cañón para algún asesino en serie, pero aquella noche un escalofrío recorrió su espalda al oír unos desconcertantes pasos tras ella.
Agarró su bolso con fuerza y avivó el paso. El latido de su corazón le taladró la cabeza sin capacidad de reacción alguna ante un dolor cierto e inminente.
Al día siguiente, la inspectora Fernández y sus compañeros recopilaban las pocas pruebas desperdigadas en el lugar de los hechos. Sin embargo, lo más llamativo era la expresión del cadáver: esos ojos abiertos sin ápice de sufrimiento, a pesar de las heridas infligidas por todo su cuerpo, como si estuviera rendida a ese final.
Los días transcurrían.
Nadie reclamaba el cadáver.
Empezaba a formar parte de las vidas de los policías.
NN (*).
¿Quién era esa mujer? ¿Por qué esa sumisión ante su muerte?
Cero resistencia, cero intento de supervivencia.
Meses después, un cruce de muestras de ADN con la INTERPOL arroja un 94,6% de compatibilidad con NN.
Suiza. Cantón alemán. Murten.
Paradoja.
Lugar de ensueño que esconde un brutal enigma.
Murten, ¿muerte?
Cuando Elsa falleció al dar a luz a sus gemelas, su marido Conrad tuvo que criar sólo a sus cinco hijas.
Formaban una familia muy querida en Murten.
Las niñas se hicieron mujeres.
Conrad estaba orgulloso de ellas y de él mismo.
Todo había salido bien a pesar de las circunstancias.
Celia, Clara, Emma y las pequeñas Anna y Julia.
Pero la placidez dio paso a la desolación.
Celia apareció ahorcada en un árbol del bosque de Chablais.
Suicidio.
Seis meses después, el cuerpo sin vida de Clara era encontrado por un senderista a la orilla del lago Morat.
Suicidio.
El día del aniversario de la muerte de Celia, Emma se arrojaba desde lo alto de la muralla de la ciudad.
¿Suicidio?
Demasiada coincidencia.
Anna y Julia desaparecieron de Murten.
Conrad se volvió loco literalmente. Destino Clínica Edelweiss.
En un año, la certeza de que la familia hubiera existido se desvanecía.
La policía reabrió los casos de suicidio de las hermanas.
Ninguna prueba.
Mucho tiempo sin buscar explicación a las tres muertes.
Ventaja para el presunto asesino.
Sin noticias de las gemelas.
Trece años después, una llamada de España.
Un rayo de luz en el caso de las hermanas.
Las gemelas no desaparecieron juntas.
Julia huyó al descubrir que no hubo ningún suicidio.
Anna siguió su rastro infructuosamente.
Hasta esa noche…
Julia se rindió sin oponer resistencia ante su verdugo.
Sabía que era el fin.
Sólo una pregunta: ¿Por qué, Anna?
Con una triste sonrisa, Anna susurró un “por amor”.
Su misión había terminado.
Ninguna de sus hermanas moriría al ser madres como le ocurrió a la suya.
Gracias a ella no sufrirían.
Ya podía irse en paz.
Pero, ¿quién es NN? ¿Anna o Julia?
(*) Del latín Nomen nescio, desconozco el nombre. Término que se utiliza para denominar cadáveres no identificados.