Entré en esa habitación, la que suelo usar, y ella ya estaba allí. Lo primero que hice cuando estuve dentro fue saludarla, respondió ella tan cortésmente como yo lo dije. Después de eso empezó a contarme la historia de lo que había vivido.
«El día comenzó normalmente, me levanté y tomé el desayuno, luego me lavé los dientes y finalmente, salí solo para descubrir a alguien, o mejor dicho, algo que me esperaba, no era lo más normal que había visto o que veré. Era grande, medía casi dos metros y me dijo cosas horribles, como por ejemplo, que mi madre no iría a verme aquel sábado, me pareció raro porque ella me llamó el lunes para confirmarlo, así que salí corriendo, eso me perseguía y yo tenía que defenderme, por eso le lanzaba cosas, le di algunas veces pero me seguía persiguiendo y yo, seguía corriendo”, dijo Sara.
Después de nuestra entrevista supe que su madre murió hace un año, así que era imposible que la llamara ese lunes. Luego tuve algunas sesiones más con Sara. Descubrí cuándo empezó todo esto preguntando a sus amigas, quienes decían que había empezado a hablar con su madre muerta como hace seis meses, pero las cosas increíbles que le habían pasado comenzaron incluso antes, alrededor de hace dos años; eso fue algo que me sorprendió por eso comencé una nueva investigación sobre su familia.
Hoy es 20 de noviembre, esto quiere decir que hace casi un mes evalué a Sara por primera vez.
Finalmente terminé mi investigación, en la que descubrí que su madre tenía los mismos síntomas, por lo que debe ser alguna enfermedad mental genética aún no identificada que le causa alucinaciones.
Entonces, mi conclusión es que ella no es responsable de los daños causados, porque no sabía lo que estaba haciendo, ya que fue durante uno de sus episodios, y esas muertes fueron un accidente. El juez debería declararla “no culpable”.