A través del cristal veo como dos policías uniformados me observan mientras hablan con mi abogada. Un médico que está con ellos realiza aspavientos cuando una mujer policía le habla en voz alta.
—¡Exigimos interrogar ahora mismo al sospechoso! El tiempo es un factor determinante para la investigación.
—Como ya les he dicho, hasta que no le demos el alta no declarará, su estado de salud es inestable por ahora.
El policía, malhumorado, pega un puñetazo en la ventanilla.
Toco el timbre y enseguida acude una enfermera a mi habitación.
—Buenos días Tom, ¿cómo se encuentra?
Me limito a asentir.
Finalmente, el médico parece ceder ante la insistencia de los policías y los veo entrar a los cuatro con decisión.
—Hola, Tom, estoy aquí para asistirte como tu abogada.
—¿Qué ha pasado? —pregunto, expectante.
El policía más robusto se acerca.
—Tom Miller, necesitamos hacerle una serie de preguntas. Si colabora, facilitará las cosas. ¿Qué estuvo haciendo la noche pasada, entre las doce y las cinco de la madrugada?
—No lo recuerdo.
Los dos policías dirigen la mirada hacia el médico.
—En estos casos, es muy normal que el paciente pierda la memoria las primeras horas después de despertar. Ya les he dicho que no estaba en condiciones de…
—Vamos a ver si le refresco la memoria, ¿Le suena de algo el nombre de Becky Hall? —interrumpe con fastidio la mujer policía.
Muestro un rostro impasible, mientras digo que no me suena de nada.
Veo la desesperación en la cara de esos imbéciles y me gusta saber que tengo el control.
El agente vuelve a la carga.
—¿Sabe usted por qué está en el hospital?
—Según el médico, he sufrido un traumatismo craneoencefálico.
—¿Y tiene idea de cómo ha sido?
—No.
—La pasada madrugada fue usted encontrado en su casa, inconsciente. Un vecino escuchó unos gritos y nos alertó.
Su imagen me viene rápido a la mente. Maldita zorra.
—Entonces, ¿están aquí para averiguar quién me ha hecho esto?
Los policías se miran, parecen estar perdiendo la paciencia.
—Estamos aquí para que nos explique por qué hemos encontrado evidencias que demuestran que su vecina podría haber estado durante meses secuestrada en su sótano.
—No tengo ni idea de qué me están hablando —contesto de forma hermética.
—Esto es absurdo. Confiese de una vez qué pasó anoche, y dónde se encuentra ahora la chica. Pensamos que puede estar herida por toda la sangre que había en el lugar. Si la encontramos aún con vida, solo se le acusará de secuestro —dice el agente, aparentando que quiere ayudar.
Miro a Sally.
—No tienes por qué contestar Tom. No estás detenido oficialmente.
Sonrío, esa es la respuesta que esperaba. Estoy tranquilo, mientras no haya cuerpo, vivo o muerto, no hay delito. Y sé que no lo habrá.
—Lo siento, aunque quisiera contestar, no recuerdo nada.
Veo como los policías se rinden y acaban marchándose maldiciendo. Sé que me he librado solo por el momento, pero ahora tendré tiempo para pensar en el siguiente paso.