A las 5 am llegó un mensaje de texto a la inspectora Reyes para que se personase en la escena del crimen. No tardó ni media hora en llegar, pues el acontecimiento fue en su mismo barrio. Aquel cuerpo allí tirado, con la ropa desgarrada, gran cantidad de sangre a su alrededor todavía húmeda; no hacía ni una hora que había acontecido. Reyes suspiró de alivio al ver que no era su propia hija que esa noche había salido con unas amigas. Lo que no se esperaba fue que la víctima era una de ellas.
Al analizar el cuerpo se dieron cuenta de que nada era coherente, no había heridas por lo que la sangre no era de ella, ni signos de violencia, era como si tan solo la hubieran tirado allí, siendo un cuerpo inerte al cual pusieron unas vestimentas viejas y rotas. Otra cosa desconcertante eran las declaraciones de las amigas que tampoco aclaraban nada. Unas contaban que la amiga se fue a las 3 am para casa y la acompañaron hasta el portal y otras contaban que entre las 3 y las 4 am la vieron paseando sola con la mirada perdida cuando se desplomó en el suelo y ya llevaba esas vestimentas. Al parecer las amigas no siempre estuvieron todas juntas toda la noche por lo que las dos versiones podrían ser veraces.
Reyes sabía por donde tirar del hilo, pues su propia hija no le mentiría, tenían mucha confianza. La hija le confesó que la chica había quedado con un chico pero se lo ocultó a sus amigas y simuló irse para casa.
Investigaron al chico, que estuvo en el bar esperando a la chica, su coartada fue verificada. Tan solo había una explicación. Después de que las amigas dejaron a la chica en su portal y que esta deambulara por la calle, alguien la drogó y le cambió las vestimentas. Pero a razón de qué.
Esto es lo que desconcertaba a la inspectora. Para ponerse en la piel de la chica, guiándose por las prueba fehacientes, la inspectora recorrió el mismo camino que se cree que esta realizó.
Al investigar logró captar algo extraño, había una vivienda con una puerta medio rota, tan solo un cuerpo delgado podría atravesarla sin problema. Nada más entrar se dio cuenta por el montón de jeringuillas, desperdicios de comida y cartones, además de prendas sucias y viejas, que allí vivía alguien. Ni unos minutos después escuchó un ruido y una persona intentó escapar por la puerta pero estaba la policía acordonando la zona. No quiso confesar lo que había sucedido pero tanto sus huellas dactilares como el vestido que llevaba puesto la delataban, este era el mismo que llevaba la chica aquella fatídica noche de fiesta. La conclusión del caso fue que le inyectó heroína para dejarla atontada y robarle el vestido, después la dejó en la calle con una sobredosis mortal. Solo quedaba la sangre, que fue analizada determinando que era de un animal, seguramente atropellado poco antes.