Las gotas de lluvia chocan contra el suelo, la luz de la farola parpadea y apenas unos taxis circulan en esta noche oscura. Tira el cigarro mojado al suelo, se retira el pelo empapado de la cara y mira su reloj. Comienza a caminar, acelera su paso hacia su destino, nada aparta su mirada del lugar. Su objeto el portal número veinte. Cruza una calle, luego otra, esta cerca. Entonces nota un frío que atraviesa su espalda, no sabe de donde ha venido, no lo ha visto, la daga atraviesa su alma.
-No puedo dejar que lo hagas.
Son las palabras que escucha mientras cae al suelo. No ha visto a su agresor. Como si de humo se tratase ha desaparecido. Y ahí queda tirado en mitad de la calle. Su sangre se mezcla con el agua que intenta limpiarla. Mira como las gotas caen sobre él, sin poder moverse. Pensando en que por primera vez el cazador había sido cazado, en que debería haber puesto más atención en su entorno. En ese momento se abre la puerta del portal veinte, alguien sale. Un chillido rompe el silencio. Las sirenas comienzan a sonar en la ciudad, pero cuando llegan no tienen nada que hacer. Buscan entre su chaqueta una cartera o cualquier cosa que puede identificarle. No tiene nada, solo una fotografía, entonces la policía se acerca a quien los ha llamado y le enseñan la imagen. Es ella, pero porqué tiene una fotografía. Se acerca para verle la cara, no le conoce. Voltea la imagen mientras mira el cuerpo sin vida del asfalto, tiene escrito algo, pero la lluvia emborrona la tinta y apenas es legible. Los forenses tapan el cuerpo y se lo llevan a la morgue. Los policías siguen investigando. Alguien se acerca al lugar del crimen, choca intencionadamente con quien salió del portal y desaparece acelerando aún más el paso. Nadie le ha dado importancia, pero en su retirada a dejado un mensaje, aunque aún no lo saben. Los policias le piden la fotografía y la acompañan al portal. Es allí cuando, al ir a sacar las llaves para abrir la puerta encuentra el papel.
«Esa ibas a ser tú. Disfruta de tu hoy, mañana no estaré para salvarte»
Entonces entra en pánico, da la nota a la policía y estos salen corriendo intentando dar con aquel hombre que había pasado desapercibido, pero no ven nada. Las calles están vacías o eso creen. Un golpe hace que la policía vuelva hacia el portal. De nuevo suena la ambulancia, intentan reanimar a la joven, pero es tarde, no tiene heridas, no se le ve nada, al menos en apariencia. Sea quien sea la ha matado delante de sus narices y no han podido hacer nada. Dos muertes, la víctima y quien debía ser su asesino y ni una huella que les de indicios de quien ha sido.