El primer asesinato fue el 25 de octubre del año pasado: Una mujer en un barrio marginal al oeste de la ciudad. Lo denunció un vecino y allí fuimos los de homicidios. Su cabeza asomaba por un agujero de un contenedor y al sacar el cuerpo, descubrimos dos cortes profundos en el cuello y un círculo gigante en su torso. La autopsia no desveló nada, por lo que después de los interrogatorios pertinentes se enfocó como un crimen perpetrado por una banda delincuente de la zona. Pero el 23 del siguiente mes apareció la segunda víctima a unos metros de allí. Una pareja de jóvenes buscando intimidad en un callejón la descubrió sobre unas cajas y bañada en sangre. Presentaba las mismas heridas que la anterior víctima en cuello y pecho. Esa misma noche reenfocamos el primer crimen y relacionamos los casos. Los nuevos interrogatorios a los vecinos no desvelaron nada, pero aumentamos la vigilancia en la zona. La tercera muerta apareció el 23 de diciembre, aunque esta vez dentro de una bolsa al pie de un contenedor. La descubrieron operarios de la basura a escasos metros de distancia de los casos anteriores. A la mujer además de los cortes en el cuello y el círculo tallado en su cuerpo, le habían amputado brazos y piernas. Probablemente para transportarla en una bolsa sin levantar sospechas. Después de analizar datos y escenarios y sin ser capaces de encontrar un móvil, el agente Martín amante de la Astrología aportó un detalle: El asesino actuaba las noches de Luna Nueva. Podía ser, así que había que montar el escenario para el próximo 2 de enero que habría una. Anuncio diario en prensa y redes desde entonces: “Soy @clarins y me apetece ver contigo la luna nueva. ¿Quedamos en Gordons el día 2?”. Muchos habían sido los mensajes recibidos y uno decía: “Quedamos delante del pub a las 8”. Perfecto. Anna sería Clarins, el agente Martín estaría dentro, y un grupo de guardias y yo vigilaríamos desde fuera. El día llegó y a las 8 la inspectora se colocó delante del garito. No tardó en salir de allí un hombre que habló con ella y subieron por la calle. Íbamos a perseguirlos cuando un tumulto de gente abandonó el pub gritando, así que entramos todos para descubrir a una mujer degollada en una esquina. Asustado salí a seguir los pasos de mi compañera y descubrí a la pareja sentada en un banco mirado al cielo. Le apunté para interrogarlo, y entonces descubrí que era el dueño del pub y había salido porque un hombre lo avisó que una mujer muy guapa quería conocerlo. Entonces lo vi claro. Agarré a Anna y corrimos de vuelta al pub, donde busqué a Martín y reventé su camisa. Un círculo aparecía en su pecho. “No debiste de decir en los test de capacidad que te gustan las noches de luna nueva por su oscuridad” comenté mientras le esposaba. En un bolsillo del pantalón guardaba un bisturí ensangrentado…