OBJETO DE VENGANZA
GONZALO GONZÀLEZ ALONSO | Ramses

Persona joven, cubierta de sangre, tendida en la cama. A simple vista parecía que tenía un fuerte golpe en la cabeza. Me percaté en la jaula que había encima de la mesa. En su interior había un loro, me quedé mirándolo, igual que él a mí: Si pudieses hablar ¿Me dirías lo que ha pasado, no? Hizo caso omiso y se puso a comer:
−Ricardo, el forense esta aquí. −Dijo mi compañero, mientras sacaba una libreta del bolsillo− Todo empezó cuando los vecinos llamaron por un fuerte olor que salía de aquí. Vino una patrulla y encontraron esto. Roberto, que así se llamaba el difunto, vivía solo con el loro. Era muy amable y se llevaba bien con todo el mundo. No tenía mucha vida social. Trabajaba en un restaurante.
− ¿Cuánto tiempo llevaba viviendo aquí? Quiero que me averigües todo lo que puedas de él. También lo que te pueda decir el forense. Algo me ronda la cabeza. Bueno, te espero en comisaría. Odio los sitios que tienen acceso limitado para las sillas de ruedas.
Me fui del lugar de los hechos pensando. Una vez en jefatura entre en mi despacho. No era gran cosa. Una mesa llena de papeles, estanterías donde estaban los informes de casos resueltos, unas sillas para las visitas y en la pared diplomas y condecoraciones. En la esquina, unas muletas.
Se puede decir que utilizaba más la mente. Porque para trabajo de a pie, estaba mi buen amigo Paco. Este caso se parecía mucho a otros dos que hubo anteriormente en otras comisarias. Todos guardaban el mismo patrón. Mientras esperaba a mi compañero estuve informándome de los anteriores. Para lo cual tuve que echar mano a unos favores que me debían:
−Hola, ya estoy de vuelta.
− ¿Qué tienes? Aunque ya se lo que me vas a decir. Llevaba tiempo viviendo allí. El loro lo tiene desde hace cuatro meses. Murió de varios golpes en la cabeza y supongo que el cuerpo estaría lleno de picotazos.
−Odio cuando haces esto, pues si ¿Como lo has sabido? Lo que no me explico es ¿Cómo pudo ser? Además fue hecho por algo romo.
−Una bola de cristal. Había una al lado de la cama, cubierta de sangre.
−No entiendo.
−Hubo cinco testigos que declararon en contra un narco de medio pelo, que fue condenado. Murió hace un año. Pero antes, juro venganza y enseñó a un loro. Lo único que difiere en estos tres casos es el arma homicida. El animal sabía salir de la jaula. Cogía cualquier objeto y lo hacía caer varias veces sobre la víctima. Luego cogía trozos del cadáver para comer hasta que viniese alguien.
−Pero ¿Cómo pudo colarse en las casas?
−Un loro se hace querer. Aquí están las fotos de los tres escenarios y el mismo aparece en todas. Han muerto tres, faltan dos. Si no se le coge habrá más muertes.
− ¿Pero cómo?
−Averiguando donde viven los que quedan.