Ocho días. Son los días que no sé nada de ti. Ocho días desde que te dejé en la parada del metro y me despedí con un te quiero y un beso. Ocho días desde que me preocupé por no recibir tu llamada al salir del trabajo y no contestabas mis mensajes. Ocho días desde que fui a la policía a denunciar tu desaparición y me dijeron que volviese a casa que ya volverías, pero no volviste.
Pasé toda la noche en vela, llamándote cada media hora, mirando el móvil cada minuto para ver si te llegaban mis mensajes, buscándote en todas las paradas de tu recorrido habitual de metro, llamando a todos tus conocidos hasta que decidí volver a casa. Tenía la estúpida sensación de que estarías ahí con una buena historia, pero no estabas.
Al día siguiente volví a la policía. En esta ocasión me sugirieron que quizás te habías ido por tu cuenta y me interrogaron como si yo fuese el culpable. Tras mucho insistir conseguí que se pusiesen a investigar y ofrecí mi ayuda. Les dije todo lo que único que había descubierto: no llegaste ni a trabajar. Pedí que revisasen las cámaras del metro para saber en qué parada te habías bajado y que triangulasen la posición de tu teléfono. Me mandaron para casa.
En casa solo podía llorar y vagar sin rumbo. No era capaz de dormir en nuestra cama sin ti, de comer en nuestra mesa sin ti, de ver la tele sin ti y acabé acurrucado en el suelo dejándome llevar por la melancolía y como ya sabes, la casa no es igual sin ti como bien dijo Melendi.
Al día siguiente me llamo la policía y me dijo que no habían descubierto nada. La última posición de tu móvil era la parada de metro donde te dejé y se te ve entrar en el metro, pero no salir. Seguían investigando.
Decidí investigar por mi cuenta y busqué todas las desapariciones y asesinatos que habían sucedido por la zona en los últimos meses. No había mucha información, pero llegué a un artículo donde hablaban de que en la dark web se publicitaban estos actos como medallas.
Un día entero perdí aprendiendo a conectarme a la dark web y otro día más navegando sin rumbo hasta que encontré ese maldito foro. En él se publicitaban y vendían toda clase de vídeos y llamémoslo “experiencias”. Seguí buceando por la web hasta que vi el anuncio.
El anuncio era de un usuario conocido por vender “experiencias” con mujeres que suelen acabar mal. Revise la fecha del anuncio y coincidía con el día que desapareciste. Algo dentro de mí se activó. El anuncio tenía una cuenta atrás que acababa hoy. Avisé a la policía para que investigaran el anuncio y consiguieron la ubicación del “evento”. Quedan solo 30 segundos para el final de la cuenta atrás y aquí estoy, esperando una llamada de la policía con los resultados de la operación. El teléfono suena… ¿Volveré a escuchar tu voz?